Aunque muchas personas relacionan los gérmenes principalmente con baños públicos o superficies visiblemente sucias, varios estudios muestran que algunos de los objetos más contaminados con bacterias se encuentran dentro de los hogares, escuelas o espacios compartidos, y son utilizados cotidianamente.
Diversas investigaciones realizadas por entidades como NSF International, que certifica alimentos y productos de consumo en EE.UU., los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Universidad de Westminster en Reino Unido, coinciden en identificar ciertos puntos críticos de contaminación en el entorno diario. Además, sugieren métodos específicos para su limpieza con el fin de reducir los riesgos para la salud.
Las esponjas de cocina, por ejemplo, son consideradas uno de los objetos con mayor presencia bacteriana en el hogar. Esto se debe a que retienen humedad y restos de alimentos, además de tener una estructura porosa que facilita la proliferación de bacterias como E. coli, salmonella y coliformes fecales. Para mantenerlas limpias, se recomienda desinfectarlas semanalmente, ya sea en el microondas, en el lavavajillas con altas temperaturas o remojándolas en una solución diluida de lavandina. Si después de la limpieza siguen oliendo mal, deben ser reemplazadas.
Los teléfonos móviles y controles remotos también pueden tener más bacterias que el asiento de un inodoro, incluyendo Staphylococcus aureus, E. coli y norovirus. La limpieza adecuada consiste en usar paños de microfibra húmedos con agua y jabón neutro o toallitas con alcohol isopropílico al 70%, evitando aerosoles directos o productos abrasivos. Se recomienda limpiarlos semanalmente o cuando se llega a un lugar nuevo.
Las tablas para cortar, especialmente las de madera con marcas profundas, pueden albergar bacterias como salmonella y E. coli, facilitando la contaminación cruzada entre alimentos crudos y otros productos. Para evitarlo, es mejor usar tablas separadas para carnes y vegetales, lavarlas con agua caliente y jabón, enjuagar bien y secar por completo. Las tablas muy dañadas deben ser sustituidas.
Los frascos de especias también pueden contaminarse con bacterias si entran en contacto con carnes crudas. Se aconseja limpiarlos con paños calientes jabonosos o toallitas desinfectantes y lavarse las manos antes de manipularlos.
Las toallas reutilizables, tanto de cocina como de baño, pueden acumular coliformes fecales, salmonella y hongos, especialmente si no se lavan con frecuencia. Se recomienda lavarlas semanalmente con agua caliente y detergente con lavandina, evitar compartirlas y utilizar distintas toallas para diferentes usos.
Los cepillos de dientes pueden contaminarse si están cerca del inodoro, debido a la dispersión de bacterias por el llamado “aerosol fecal” que se genera al tirar la cadena sin tapa. Por eso, es importante guardarlos alejados del inodoro, mantenerlos en posición vertical, airearlos, enjuagarlos tras cada uso y cambiarlos cada tres o cuatro meses. Los vasos que los contienen deben limpiarse regularmente.
Las manijas, interruptores de luz y canillas son puntos de contacto frecuente que acumulan bacterias, pero muchas veces no se limpian lo suficiente. Se recomienda desinfectarlos al menos una vez por semana, y diariamente en lugares escolares o públicos.
En el ambiente escolar, objetos personales como mochilas y loncheras pueden ser focos de bacterias como Staphylococcus aureus, ya que pasan por distintos espacios y no siempre se limpian con regularidad. Para reducir riesgos, es conveniente lavar las loncheras con agua caliente y jabón, y limpiar mochilas y sus exteriores con paños desinfectantes.
Los bebederos escolares, juguetes de mascotas y equipos deportivos son también elementos con alta contaminación bacteriana, incluyendo estafilococos, Pseudomonas y mohos. La limpieza debe ser diaria o semanal, dependiendo del objeto: bebederos deben desinfectarse diariamente, los juguetes de mascotas lavarse regularmente, y los equipos deportivos limpiarse después de cada uso con productos no tóxicos.
La microbióloga Rita Moyes, de la Universidad Texas A&M, advierte que los microorganismos en objetos cotidianos pueden formar biopelículas resistentes que se dispersan fácilmente. Por eso, se recomienda implementar rutinas de limpieza con productos adecuados y mantener buenos hábitos de higiene personal, como lavarse las manos antes y después de tocar superficies compartidas.
El objetivo no es eliminar todos los microorganismos, ya que muchos no representan peligro, sino evitar que los patógenos se multipliquen en lugares que tocamos frecuentemente sin darnos cuenta.