Tumores sólidos y cáncer de sangre: en qué se diferencian

Los tumores no siempre se presentan como bultos visibles en el cuerpo. Mientras que los tumores sólidos se desarrollan en órganos o glándulas, también existen los tumores líquidos, que incluyen diferentes tipos de cáncer de la sangre, como leucemia, linfoma y mieloma múltiple.
Aunque ambos tipos se originan por un crecimiento celular anormal, su comportamiento dentro del cuerpo es distinto.
Los tumores sólidos suelen formar una masa detectable, ya sea al tacto o mediante estudios de imagen. Por el contrario, los cánceres de la sangre no generan una masa específica, ya que se originan en la médula ósea y sus células anormales pueden desplazarse por todo el organismo.
Tipos y síntomas de los cánceres de la sangre
Las neoplasias hematológicas se dividen principalmente en tres categorías:
Leucemia: exceso de glóbulos blancos anormales en la médula ósea, que desplazan a las células normales. Puede ser aguda (rápida) o crónica (más lenta).
Linfoma: afecta a los linfocitos y generalmente provoca agrandamiento de los ganglios linfáticos. Incluye linfoma de Hodgkin y no Hodgkin, siendo este último el más frecuente.
Mieloma múltiple: compromete las células plasmáticas encargadas de producir anticuerpos. Sus síntomas más comunes son anemia, dolor óseo persistente y alteraciones renales.
Debido a que los síntomas pueden confundirse con otras enfermedades, un diagnóstico temprano es esencial. Pruebas simples, como un hemograma completo, pueden detectar anomalías en la sangre y orientar hacia estudios más especializados.
Tumores sólidos: origen y desarrollo
A diferencia de los hematológicos, los tumores sólidos se originan en los tejidos de órganos o glándulas y se desarrollan como masas localizadas. Pueden ser benignos o malignos, según su capacidad de invadir tejidos cercanos y diseminarse a otras partes del cuerpo.
En México, los tumores sólidos más frecuentes afectan la próstata, mama, colon, tiroides y cuello uterino. Los especialistas recomiendan controles médicos periódicos y pruebas de detección basadas en la edad y los factores de riesgo de cada persona.
Diagnóstico y tratamiento
El tratamiento del cáncer de la sangre y de los tumores sólidos depende del tipo y la etapa en que se detecte la enfermedad.
En los cánceres de la sangre, se utilizan quimioterapia, terapias dirigidas e inmunoterapia para eliminar células malignas y mejorar la respuesta del paciente.
En los tumores sólidos, se puede combinar cirugía, radioterapia y medicamentos específicos.
Gracias a los avances científicos, hoy existen terapias más personalizadas y con menos efectos adversos. La información y la detección temprana continúan siendo las herramientas más efectivas para enfrentar cualquier tipo de cáncer. Ante síntomas persistentes o hallazgos anormales en estudios médicos, se recomienda acudir de inmediato a un especialista.
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