TDAH y obesidad: la ciencia confirma una relación más estrecha de lo que se creía

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no solo afecta el rendimiento escolar, laboral y las relaciones sociales, sino que también tiene implicaciones en la salud física. Estudios recientes muestran un vínculo directo entre el TDAH y la obesidad, un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Aunque suele diagnosticarse en la infancia, el TDAH persiste en la adultez. Se estima que aproximadamente el 4.4% de los adultos lo padece, incluso sin haber sido identificado en la niñez. En este grupo, el riesgo de desarrollar obesidad puede aumentar hasta un 55%, según investigaciones de la última década.
Un estudio destacado de la Mayo Clinic en Minnesota reveló que las niñas diagnosticadas con TDAH en la infancia duplican su probabilidad de presentar obesidad en la adultez. Los especialistas señalan que esta relación no es fortuita ni temporal, sino un proceso que puede iniciarse desde etapas tempranas y mantenerse a lo largo de la vida.
Asimismo, se han identificado factores genéticos y prenatales. Un artículo publicado en Translational Psychiatry indica que la obesidad materna durante el embarazo incrementa la probabilidad de que los hijos desarrollen síntomas de TDAH. La relación también es bidireccional: la impulsividad y la baja actividad física asociadas al TDAH favorecen el aumento de peso, mientras que la obesidad provoca inflamación sistémica que altera funciones cerebrales, generando síntomas similares al trastorno.
“El paciente con TDAH enfrenta dificultades para organizar su rutina diaria, mantener horarios de comida regulares y sostener la práctica de ejercicio, lo que aumenta su vulnerabilidad a la obesidad. Pero esto no se debe únicamente a hábitos: existen bases genéticas y prenatales que refuerzan esta conexión”, explica el Dr. Luis Jesús Dorado, especialista en Nutrición Clínica y Manejo Integral de la Obesidad.
El abordaje terapéutico debe ser integral. El tratamiento farmacológico para el TDAH puede ayudar a controlar la impulsividad y regular el apetito, mientras que la terapia cognitivo-conductual mejora la autorregulación. Además, se incorporan planes personalizados de nutrición y ejercicio, y en casos específicos, opciones como farmacoterapia para la obesidad o cirugía bariátrica.
“Ni el TDAH ni la obesidad reflejan falta de voluntad. Son condiciones médicas complejas con bases biológicas, genéticas y ambientales. Comprender su relación permite diseñar tratamientos más efectivos y sostenibles”, concluye Dorado.
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