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Soledad moderna: la paradoja de la hiperconexión

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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El ser humano es, por esencia, un ser social. Su desarrollo depende en gran medida de las relaciones con otras personas.

.A lo largo del tiempo, la cooperación ha sido fundamental para la supervivencia y el bienestar común. Numerosos estudios muestran que, desde que nacemos y a lo largo de toda la vida, la interacción social influye en el desarrollo cerebral y en la salud mental.

Sin embargo, hoy enfrentamos una verdadera “epidemia de soledad”. La Comisión sobre Conexión Social de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe titulado “De la soledad a la conexión social: trazando un camino hacia sociedades más saludables”, donde advierte que el aislamiento y la soledad son fenómenos generalizados que afectan negativamente la salud, el bienestar y la sociedad en su conjunto.

Para la OMS, la salud social es tan vital como la física y la mental, y estas tres dimensiones están estrechamente vinculadas. Sin un buen estado de salud social, resulta complicado mantener una salud integral.

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló que aunque hoy tenemos infinitas formas de conectar, muchas personas siguen sintiéndose solas y aisladas. Esto lleva a preguntarnos qué ha cambiado en el mundo para que la soledad sea responsable de aproximadamente 871,000 muertes anuales, según el informe.

El doctor José Eduardo Abadi, psiquiatra y psicoanalista, comentó que el aislamiento y la soledad han aumentado porque muchas personas sienten que no tienen un lugar en el mundo del otro ni permiten que otros habiten en el propio. Estamos hiperconectados, pero sin relaciones verdaderas, ya que estar conectado no implica necesariamente empatía, deseo o compasión. La falta de conexión real contribuye a la soledad y al aislamiento.

Además, vivimos en una sociedad donde prima la velocidad, pero lo que realmente experimentamos es vértigo, lo que provoca vínculos débiles y frágiles. Esto genera desconfianza y una sensación de distancia emocional, dificultando la confianza en que el otro realmente nos entiende y se conecta con nosotros.

La OMS identifica dos factores que han intensificado la soledad: la pandemia de COVID-19, que aumentó el aislamiento debido a los confinamientos, y los cambios rápidos en la forma en que interactuamos por el uso de tecnologías, con consecuencias preocupantes para la salud mental y social.

La psiquiatra Graciela Moreschi explica que la multiconectividad contribuye a la soledad porque las personas están distraídas y usan las redes sociales como una forma de evasión, sin verdaderamente relacionarse ni estar presentes. Esta distracción evita el contacto real y provoca una fragmentación social. El trabajo remoto también ha profundizado este aislamiento, ya que muchas personas no salen, permanecen en casa y se aíslan en su rutina diaria.

Moreschi añade que la distracción constante se asemeja a una adicción, que intenta llenar un vacío que en realidad no se satisface y puede resultar dañino. Este patrón se observa en las adicciones a redes sociales, compras, televisión o series.

Para la experta, la soledad es un sentimiento profundo y doloroso de vacío existencial, donde no solo falta la presencia de otros, sino también un sentido o propósito en la vida. No depende necesariamente de la convivencia física, pues hay personas que, aunque vivan con familiares o parejas, se sienten completamente solas debido a la falta de conexión auténtica.

La OMS distingue dos conceptos relacionados con la desconexión social:

  • Soledad: un sentimiento subjetivo de dolor cuando las relaciones no cumplen con las expectativas o necesidades de la persona. Se puede sentir sola incluso estando rodeada de gente.

  • Aislamiento social: se refiere a la cantidad limitada de relaciones o al poco contacto frecuente con otros. Alguien puede estar socialmente aislado pero no sentirse solo, y viceversa. Sin embargo, el aislamiento prolongado puede dañar la salud física y mental.

El informe señala que los grupos más afectados por la soledad son los adolescentes y adultos jóvenes, así como las personas que viven en países con menor ingreso económico. En los países pobres, cerca del 24 % de la población se siente sola, mientras que en los países ricos la cifra es menor, alrededor del 11 %.

Finalmente, la OMS advierte que la soledad y el aislamiento social tienen consecuencias graves, provocando más de 871,000 muertes anuales en el mundo. Estas condiciones están vinculadas a enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, hipertensión y diabetes.

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