Síntomas de que tu presión arterial está 'disparada' y no le estás prestando atención

La hipertensión arterial, conocida como la "asesina silenciosa", suele desarrollarse sin síntomas evidentes durante años, causando daño progresivo al corazón y los vasos sanguíneos. Cuando aparecen signos, generalmente es porque la presión ha alcanzado niveles críticos (crisis hipertensiva) o ya está afectando órganos vitales.
La forma más confiable de detectarla es mediante mediciones regulares, pero existen 12 señales que, si se presentan de manera intensa o combinadas, pueden indicar presión arterial elevada y la necesidad de atención médica inmediata:
Dolores de cabeza persistentes: Se perciben con mayor intensidad en la nuca o parte posterior de la cabeza, especialmente al despertar, debido al aumento de la presión intracraneal.
Mareos o vértigo: Sensación de desequilibrio sin causa aparente, relacionada con cambios en la presión y la oxigenación cerebral, que puede provocar desmayos en casos graves.
Zumbidos en los oídos (acúfenos): Pitidos o silbidos persistentes que reflejan alteraciones en la circulación o aumento de la viscosidad en el oído interno.
Visión borrosa o alteraciones visuales: Manchas, visión doble o borrosa por daño a los vasos sanguíneos de la retina (retinopatía hipertensiva).
Palpitaciones o ritmo cardíaco irregular: Latidos rápidos, fuertes o saltados, indicativos de sobreesfuerzo del corazón por arterias estrechas.
Fatiga o cansancio inexplicable: Debilidad constante debido a la disminución del suministro de oxígeno y nutrientes a los tejidos.
Dificultad para respirar (disnea): Falta de aire incluso en reposo, señal de afectación de los vasos pulmonares o posible insuficiencia cardíaca.
Hinchazón en pies, tobillos o piernas: Retención de líquidos por daño renal, que impide la correcta eliminación de líquidos y sodio.
Sangrado nasal recurrente (epistaxis): Puede aparecer en subidas bruscas de presión, al romperse pequeños vasos sanguíneos de la nariz.
Dolor en el pecho (angina): Sensación de opresión o dolor relacionada con el esfuerzo del corazón contra la alta resistencia arterial, indicativa de riesgo de infarto.
Náuseas y vómitos: Asociados a crisis hipertensiva y aumento de presión intracraneal, requieren atención inmediata.
Entumecimiento o debilidad en extremidades: Adormecimiento o debilidad súbita, especialmente de un lado del cuerpo, que puede ser señal de un accidente cerebrovascular.
Estos síntomas no sustituyen las mediciones regulares, pero reconocerlos puede ayudar a detectar situaciones de riesgo y actuar de forma inmediata para evitar complicaciones graves.
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