Caminar puede parecer una acción simple y automática, pero numerosos estudios han demostrado que la velocidad con la que lo hacemos puede brindar información crucial sobre el estado del cerebro y la salud general del cuerpo.
La ciencia ha confirmado que caminar lentamente no solo es parte del envejecimiento natural, sino también una posible señal de deterioro físico y mental, además de estar vinculada con una menor esperanza de vida.
La velocidad al caminar y el envejecimiento del cerebro
Investigaciones han revelado que las personas que caminan a un ritmo más lento tienden a tener cerebros más pequeños y cambios importantes en áreas cerebrales clave, lo que podría indicar un envejecimiento cerebral más acelerado.
Incluso en adultos jóvenes y de mediana edad, un caminar más ágil se ha asociado con un mejor estado cognitivo. Estudios de la Mayo Clinic encontraron que cambios en la velocidad y la longitud del paso pueden anticipar un deterioro en funciones como la memoria, el lenguaje y la percepción espacial, aun en personas que no presentan síntomas visibles.
Un paso más lento, especialmente si la disminución no se justifica solamente por la edad, puede estar asociado a problemas musculares, limitaciones articulares o enfermedades crónicas. Todo esto influye directamente en el cerebro, lo que convierte a la marcha en un reflejo natural del estado neurológico.
La velocidad de la marcha como indicador integral de salud
Expertos de la Universidad de Harvard y otras instituciones destacan que la velocidad al caminar no solo refleja la capacidad funcional para desenvolverse en casa, sino también el grado de fragilidad del individuo y su potencial respuesta a tratamientos. Caminar más despacio se ha vinculado a mayores riesgos de hospitalización, enfermedades del corazón e incluso mortalidad.
Este indicador permite identificar no solo debilidades musculares o trastornos ortopédicos, sino también fallas en órganos vitales como el corazón, los pulmones y el sistema nervioso. En contextos clínicos, se utiliza para anticipar problemas de salud y orientar intervenciones preventivas.
“Cuando una persona comienza a caminar más lento de lo habitual, eso suele estar relacionado con un deterioro en su estado de salud”, explicó a BBC Mundo la doctora Christina Dieli-Conwright, investigadora de la Universidad de Harvard enfocada en el impacto del ejercicio en pacientes con cáncer.
Cómo evaluar la velocidad al caminar
Medir la velocidad de marcha es un procedimiento sencillo y accesible. La prueba más común consiste en cronometrar el tiempo que se tarda en recorrer 10 metros a paso normal, luego se calcula la velocidad dividiendo la distancia por el tiempo. También existen aplicaciones móviles como Walkmeter, MapMyWalk, Strava y Google Fit que permiten realizar esta medición con ayuda del GPS.
Tomarse pausas para caminar a lo largo del día no solo beneficia al cuerpo, sino también al cerebro, consolidando a esta actividad básica como un verdadero indicador del bienestar integral.