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¿Qué es más efectivo, el ejercicio o una alimentación saludable?

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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Para evitar la acumulación excesiva de grasa, lo más efectivo es combinar un aumento en la actividad física con una mejora en la alimentación, en lugar de enfocarse únicamente en uno de estos factores.

Esa es la conclusión de un estudio realizado durante siete años con casi 7,300 adultos en el Reino Unido.

“Encontramos que unir una dieta más saludable con mayor actividad física es una estrategia eficaz no solo para reducir el peso, sino también para disminuir la cantidad de grasa corporal y el lugar donde se concentra”, señaló el autor principal, el Dr. Shayan Aryannezhad, quien participó en la investigación durante su estancia en el Consejo de Investigación Médica (MRC) de la Universidad de Cambridge.

Aryannezhad añadió que la combinación de ambos enfoques ofrece un beneficio adicional, ya que “es especialmente útil para reducir la grasa dañina que se acumula alrededor de los órganos”. A comienzos de este año dejó la unidad de epidemiología del MRC y actualmente es investigador clínico en la Universidad de Oxford.

El objetivo del equipo fue evaluar qué tipos de grasa disminuyen con diferentes métodos de pérdida de peso.

“Cuando las personas hablan de cambios corporales, suelen fijarse en un número en la báscula”, explicó en un comunicado de Cambridge.

“Pero no toda variación de peso es igual. Primero, debemos enfocarnos en la masa grasa al analizar el riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes o los problemas cardíacos. Segundo, la grasa se distribuye en distintas zonas y algunas son más perjudiciales. Por eso, cuando perdemos o ganamos peso, el lugar donde ocurre importa”, añadió.

La llamada “grasa visceral”, ubicada alrededor de los órganos, está estrechamente relacionada con la diabetes tipo 2, el hígado graso y enfermedades cardiovasculares, recordaron los autores.

El estudio, publicado el 21 de noviembre en JAMA Network Open, siguió durante siete años la dieta, los niveles de ejercicio y los tipos de grasa corporal de casi 7,300 adultos británicos, cuya edad promedio inicial era de 49 años.

Las personas que solo mejoraron su alimentación (acercándose más a un patrón tipo dieta mediterránea) o que únicamente aumentaron su actividad física lograron frenar el incremento de peso y la acumulación tanto de grasa subcutánea como visceral, pero los efectos fueron relativamente modestos.

En cambio, los participantes que ajustaron simultáneamente su dieta y su actividad física obtuvieron beneficios mucho mayores.

Este enfoque doble resultó en un aumento de peso promedio aproximadamente 4 libras menor que quienes no cambiaron sus hábitos, además de presentar al final del estudio unos 150 gramos (5 onzas) menos de grasa visceral.

Al analizar los datos con más detalle, el equipo observó que combinar ambos cambios es particularmente útil para evitar la grasa visceral.

“Nuestros resultados muestran que mejorar la dieta y aumentar la actividad física en la mediana edad no solo ayuda a reducir el peso, sino también a prevenir enfermedades y favorecer un envejecimiento más saludable”, afirmó la coautora del estudio, Nita Forouhi, líder de programas en MRC Epidemiology. “A pesar de los obstáculos que representan los entornos que promueven la alimentación poco saludable y el sedentarismo, pequeños cambios sostenidos que lleven a una mejor dieta y mayor movimiento pueden marcar una diferencia real”.

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