Por qué cantar es bueno para tu cerebro

Cantar, escuchar música o crearla puede ser mucho más que un simple hobby; está directamente relacionado con el bienestar del cerebro, la salud mental y el fortalecimiento de las relaciones sociales.
Contrario a lo que muchos piensan, disfrutar y hacer música no es exclusivo de quienes tienen talento profesional, como los cantantes famosos. Según The Washington Post, incluso quienes no se consideran buenos cantantes pueden experimentar beneficios importantes al explorar el mundo musical, ya sea cantando solos en el coche, participando en un karaoke o tocando algún instrumento. Numerosos estudios demuestran que la música modifica la actividad cerebral, ayuda a manejar las emociones y mejora la capacidad para conectar con otras personas.
La música tiene la capacidad de relajar tanto la mente como el cuerpo, y se asocia con diversos beneficios para la salud cerebral. Daniel Levitin, profesor emérito de neurociencia en la Universidad McGill y decano en la Universidad Minerva, destaca el papel de la música en la regulación emocional y la comunicación interpersonal. No es necesario ser un cantante profesional ni tener una voz perfecta para aprovechar estos efectos; el acto de cantar se compara con correr: no importa la perfección, sino la experiencia y la práctica.
De acuerdo con The Washington Post, escuchar música que nos gusta se vincula con un mayor bienestar personal. Esto incluye reducción del estrés, mejor manejo de emociones negativas y un aumento de emociones positivas. Por eso, cantar o escuchar canciones favoritas puede ser un método natural para aliviar la ansiedad o la depresión. Desde el punto de vista neurobiológico, la música estimula la liberación de dopamina, el neurotransmisor ligado al placer, y activa el sistema de recompensa del cerebro, lo que genera sensaciones de satisfacción y bienestar.
Además, pasar de ser un oyente pasivo a participar activamente, cantando o tocando un instrumento, amplifica la experiencia musical. Esto aporta mayor autonomía, responsabilidad y control sobre la vivencia. Según Daniel Bowling, profesor en la Facultad de Medicina de Stanford, hacer música es una herramienta poderosa para mejorar la salud mental, ya que ayuda a conectar con el cuerpo y las emociones.
Investigaciones recientes indican que actividades como el karaoke se asocian con un mayor sentido de propósito y mejor manejo emocional en personas mayores. Asimismo, quienes escuchan o practican música regularmente presentan mayor conciencia emocional. El compromiso musical a largo plazo contribuye a aumentar la resiliencia cognitiva, incrementando la capacidad del cerebro para formar nuevas conexiones neuronales, lo que es crucial en la etapa del envejecimiento.
Un estudio con 132 adultos mayores mostró que seis meses de clases de piano o escucha activa de música aumentaron la materia gris cerebral y mejoraron la memoria auditiva a corto plazo. Practicar piano durante un año también se relaciona con mayor flexibilidad cognitiva, según una investigación de 2025 con 153 adultos mayores.
Aprender a interpretar piezas musicales brinda además la oportunidad de conectarse física y mentalmente con obras universales de grandes figuras históricas, generando una sensación especial de cercanía con la cultura musical.
Hacer música en grupo potencia aún más los beneficios individuales, ya que fomenta la unión y sincronización emocional. Participar en coros, bandas o cantar juntos crea comportamientos coordinados y un sentimiento de cercanía. Experimentos demuestran que actividades simples, como tocar ritmos al unísono, fortalecen los vínculos entre las personas.
Además, la música grupal impacta la química cerebral: cantar en compañía reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y favorece la liberación de oxitocina, relacionada con la formación de vínculos sociales. Esto amplifica el bienestar y refuerza la satisfacción social. Estudios indican que cantar en coro puede acelerar la socialización y fortalecer el sentido de pertenencia, ayudando a disminuir la sensación de aislamiento y a integrar a los participantes en el grupo.
Históricamente, la música ha sido una forma profundamente social de expresión humana, mucho antes de existir las grabaciones. No hay edad ni experiencia límite para comenzar a explorar la música. Se recomienda empezar con pasos simples, como disfrutar de la música favorita, y luego animarse a cantar, tocar un instrumento o compartir estas actividades con otros.
Para quienes buscan socializar a través de la música, unirse a grupos, bandas o coros puede potenciar sus efectos positivos. Sin embargo, cada persona puede adaptar el inicio según su comodidad: desde cantar en la ducha o en el coche hasta presentarse frente a otros. Lo esencial es priorizar la participación por encima de la perfección técnica, porque los mayores beneficios provienen de la experiencia y la conexión social, no de la maestría. Con el tiempo y la práctica, pueden surgir confianza y dominio, pero las ventajas emocionales, sociales y de bienestar están al alcance de todos desde el primer momento.
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