¿No entiendes lo que te dicen? Podrías tener una pérdida de audición

La pérdida auditiva es un problema frecuente, sobre todo en personas mayores, y su probabilidad aumenta conforme pasan los años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, puede aparecer por diversas razones, entre ellas la falta de atención médica adecuada.
Cuando no se atiende, este problema puede progresar y dificultar la comunicación con la familia, generar problemas para entender conversaciones y favorecer el aislamiento social.
No conviene pasar por alto los síntomas, ya que identificar el problema a tiempo es fundamental para conservar una buena calidad de vida y evitar complicaciones. Cuidar tu salud auditiva comienza por reconocer las señales de alarma y saber cuándo es necesario acudir con un especialista.
¿Cuáles son las señales de alerta y cuándo acudir a un profesional?
El primer paso es aprender a detectar los síntomas. Si notas que los sonidos te resultan confusos o tienes dificultades para comprender lo que se dice, lo mejor es consultar a un médico cuanto antes. Lo importante es no restar importancia a las molestias diarias.
De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) y el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS), estas son señales importantes:
Te cuesta seguir conversaciones cuando hay varias personas hablando o existe mucho ruido en el ambiente.
Subes demasiado el volumen del televisor o la radio, generando molestias a quienes viven contigo.
Frecuentemente sientes que las personas hablan demasiado bajo o no articulan bien y pides que repitan lo que dijeron.
Percibes ruidos como zumbidos, silbidos o rugidos (tinnitus), uno de los primeros indicios de pérdida auditiva en adultos.
Si la pérdida de audición ocurre de manera súbita y sin causa aparente, se considera una emergencia médica.
Igualmente, es necesario buscar atención si la audición empeora de forma progresiva, si hay dolor, sensación de oído tapado o presencia de secreciones. En casos sin causa clara, acudir rápido al médico puede incluso revertir el problema.
¿Qué causa la pérdida de audición además del envejecimiento?
Aunque la presbiacusia —la pérdida asociada a la edad— es habitual y tiene un componente hereditario, la exposición prolongada a sonidos fuertes es la causa prevenible más común. La música a alto volumen, el ruido de maquinaria o ambientes muy ruidosos pueden dañar el oído interno de manera permanente, según los NIH.
También pueden presentarse causas temporales, como un tapón de cerumen o acumulación de líquidos, que bloquean el sonido y generan una pérdida auditiva reversible si se atiende correctamente.
Entre los factores de riesgo adicionales se encuentran enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, problemas cardíacos o antecedentes de accidentes cerebrovasculares.
Las infecciones —como meningitis u otitis media— también pueden provocar daño auditivo, especialmente en niños. Incluso un tímpano perforado puede originarse por infecciones o traumatismos, como introducir aplicadores de algodón de manera incorrecta.
Existen otros factores ligados a la genética o hábitos poco saludables:
Algunos medicamentos pueden ser ototóxicos, es decir, perjudicar el oído interno; entre ellos se encuentran ciertos antibióticos, dosis elevadas de aspirina y medicamentos usados en tratamientos contra el cáncer.
Las predisposiciones hereditarias, como la otosclerosis (crecimiento óseo anormal en el oído), también pueden afectar la audición y suelen manifestarse más adelante en la vida.
Introducir objetos en el canal auditivo, como cotonetes o audífonos mal utilizados, puede dañar la piel o incluso perforar el tímpano.
¿Cómo prevenir la pérdida auditiva?
La prevención es fundamental para evitar la pérdida de audición que puede prevenirse. Con medidas constantes a lo largo de la vida, es posible reducir el riesgo, especialmente limitando la exposición a ruidos intensos y usando protección auditiva en ambientes ruidosos.
La OMS recomienda:
Mantener el esquema de vacunación actualizado para prevenir infecciones como meningitis o sarampión, que pueden causar sordera.
Practicar una “escucha segura”: evitar volúmenes elevados en actividades recreativas y nunca usar dispositivos de audio al máximo volumen.
Acudir al médico para diagnóstico temprano y manejo de enfermedades del oído y condiciones crónicas como hipertensión o diabetes.
No usar hisopos de algodón, ya que pueden empujar la cera hacia el tímpano o causar lesiones.
Buscar atención médica especializada es crucial. La pérdida de audición sin tratar se relaciona con mayor riesgo de demencia, depresión, aislamiento social y caídas. No permitas que la falta de audición se convierta en un obstáculo para tu bienestar físico y emocional.
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