Los trastornos alimentarios afectan a la salud durante años

Los trastornos de la alimentación pueden afectar la salud física y mental de una persona de manera duradera, según revela un nuevo estudio.
La anorexia, la bulimia, los atracones y otros trastornos similares están asociados con un riesgo elevado de desarrollar problemas graves como diabetes, fallos renales o hepáticos, fracturas óseas y muerte prematura, explicaron los investigadores.
Este riesgo es especialmente alto durante el primer año después del diagnóstico, aunque puede mantenerse durante muchos años más, señalaron los autores del estudio publicado el 18 de noviembre en BMJ Medicine.
"El estudio subraya lo crucial que es vigilar de manera continua la salud física a largo plazo en personas que han tenido un trastorno alimentario", indicó el equipo dirigido por Catharine Morgan, epidemióloga de la Universidad de Manchester.
Para la investigación, los autores revisaron los registros médicos de más de 24.700 personas entre 10 y 44 años diagnosticadas con un trastorno alimentario, comparándolas con casi 493.000 individuos sin este tipo de diagnóstico.
Durante el primer año posterior al diagnóstico, las personas con un trastorno alimentario presentaron:
Un riesgo seis veces mayor de insuficiencia renal.
Casi siete veces más probabilidades de desarrollar enfermedad hepática.
Un riesgo seis veces mayor de padecer osteoporosis.
El doble de probabilidad de sufrir insuficiencia cardíaca.
Tres veces más probabilidades de desarrollar diabetes.
Siete veces más riesgo de depresión.
Más de nueve veces más probabilidades de autolesionarse.
Catorce veces más probabilidades de intentar suicidarse.
En general, quienes tenían un trastorno alimentario mostraron un riesgo más de cuatro veces superior de morir de forma prematura por cualquier causa y cinco veces mayor de fallecer por causas no naturales, como el suicidio.
Los investigadores también encontraron que muchos de estos riesgos continuaban siendo muy elevados años después del diagnóstico.
Por ejemplo, incluso cinco años más tarde, el riesgo de problemas renales y hepáticos seguía entre 2,5 y 4 veces por encima del promedio. El riesgo general de muerte prematura se mantenía entre dos y tres veces mayor.
Incluso una década después, las tasas de mortalidad seguían siendo altas. El riesgo de suicidio, por ejemplo, continuaba siendo casi tres veces superior tras 10 años.
"Nuestros datos muestran los importantes efectos a largo plazo de los trastornos alimentarios y destacan la oportunidad para que la atención primaria desempeñe un papel más fuerte en el apoyo y seguimiento continuo de quienes se recuperan", escribió el equipo.
"Es crucial que los profesionales sanitarios comprendan los efectos persistentes de estos trastornos y la necesidad de brindar apoyo prolongado para manejar los síntomas y favorecer la recuperación", añadieron.
En un editorial acompañante, investigadores de la Universidad McMaster en Ontario coincidieron con estas conclusiones.
"Los trastornos alimentarios afectan a millones de personas en el mundo, pero sus consecuencias suelen pasarse por alto", señalaron los editorialistas dirigidos por Jennifer Couturier, profesora de psiquiatría y neurociencia conductual.
"Estos trastornos involucran múltiples sistemas del cuerpo, por lo que se requiere un enfoque de cuidado integral para tratarlos adecuadamente. Esto coloca a la atención primaria en una posición clave para liderar y coordinar el tratamiento, y sugiere que este nivel de atención es ideal para intervenciones tempranas y continuas", concluyeron.
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