Los germófobos pueden respirar tranquilos en aviones y hospitales, según expertos

Las personas muy preocupadas por los gérmenes pueden sentirse un poco más tranquilas al ir a un hospital o tomar un vuelo, según revela una investigación reciente.
De acuerdo con un estudio publicado el 4 de diciembre en la revista Microbiome, el aire de hospitales y aviones está compuesto en su mayoría por microbios inofensivos, comúnmente relacionados con la piel humana.
El trabajo, considerado innovador, examinó muestras de microorganismos que quedaron adheridos a la parte externa de las mascarillas usadas por pasajeros de avión y personal médico, según explicaron los autores.
“Descubrimos que las mascarillas podían servir como un método económico y sencillo para recolectar muestras de aire relacionadas con la exposición personal y ambiental”, señaló la investigadora principal Erica Hartmann, profesora asociada de ingeniería civil y ambiental en la Universidad Northwestern, en Evanston, Illinois.
“Obtuvimos ADN de esas mascarillas y analizamos qué tipos de bacterias estaban presentes”, añadió Hartmann.
En total, se estudiaron los microbios recuperados de mascarillas utilizadas por 10 pasajeros y 12 trabajadores de la salud. Los primeros entregaron su mascarilla al finalizar el vuelo, mientras que los segundos lo hicieron al concluir su turno.
Los científicos también estudiaron los microorganismos retenidos en un filtro de cabina de avión que había permanecido en uso por más de 8.000 horas.
En conjunto, se identificaron 407 especies microbianas diferentes.
“No sorprende que las bacterias correspondieran a las que solemos encontrar en ambientes interiores”, comentó Hartmann. “El aire dentro de los edificios se parece al aire interior en general, y este, a su vez, se parece mucho a la microbiota de la piel humana”.
Si bien aparecieron algunos gérmenes potencialmente patógenos, su presencia fue mínima y sin evidencia de causar infección activa, indicaron los autores.
La idea del estudio surgió en enero de 2022, aún en plena pandemia de COVID.
“En ese período existía una fuerte preocupación por la transmisión del virus en aviones”, recordó Hartmann. “Los filtros HEPA instalados en las aeronaves limpian el aire con una eficiencia extraordinaria, así que pensamos que serían ideales para atrapar todo lo presente en el ambiente”.
“Pero estos filtros no son como los que usamos en casa o en el auto”, continuó. “Valen miles de dólares y reemplazarlos implica sacar el avión de operación para mantenimiento, lo cual es extremadamente costoso. Eso fue una señal importante de que necesitábamos otra opción”.
Para hacer el proyecto más viable, el equipo optó por una alternativa muy económica: las mascarillas.
Además, decidieron analizar también los hospitales como segundo escenario de estudio.
“Como referencia, pensamos en otro grupo de personas que ya usan mascarilla de manera habitual”, explicó Hartmann. “Así llegamos al personal de salud”.
Los hallazgos señalan que los propios seres humanos son la principal fuente de microorganismos presentes en el aire de los espacios cerrados, y que la mayoría proviene de la piel, no de enfermedades.
Aunque el aire interior parece ser relativamente seguro, los investigadores advirtieron que los patógenos pueden transmitirse de otras formas, y que el contacto es una de las más importantes.
“Este estudio solo se centró en lo que flota en el aire”, precisó Hartmann. “El lavado de manos sigue siendo una medida clave para evitar contagios a través de superficies. Queríamos conocer qué respira la gente, incluso si mantiene una buena higiene de manos”.
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