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La terapia acuática: clave en la recuperación postoperatoria

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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Recuperarse de una cirugía suele generar dudas e inquietudes, especialmente en torno a la posibilidad de volver a moverse con normalidad. No obstante, una alternativa terapéutica avalada por distintas investigaciones está cobrando relevancia tanto entre pacientes como profesionales de la salud: la terapia en agua.

De acuerdo con The Washington Post, el ejercicio acuático no solo facilita la recuperación física, sino que también ofrece ventajas psicológicas, convirtiéndose en una opción efectiva y accesible en comparación con la fisioterapia convencional realizada en suelo firme. Esta modalidad se presenta como una herramienta integral en el proceso de rehabilitación postoperatoria.


Ventajas físicas de la terapia en agua

El medio acuático brinda condiciones únicas que benefician la recuperación tras una cirugía. La flotación disminuye el peso corporal, lo que reduce la presión sobre las articulaciones y permite realizar movimientos que podrían resultar dolorosos o imposibles fuera del agua.

La fisioterapeuta Carol Stillman, experta en terapia acuática del centro Sutton Place Physical and Aquatic Therapy, explica que el agua actúa como una envoltura compresiva que ayuda a reducir la hinchazón, un síntoma habitual tras las operaciones. Esta compresión natural favorece la circulación y acelera el proceso de curación.

Además, el agua proporciona una resistencia uniforme que fortalece los músculos y mejora la condición física sin necesidad de utilizar pesas o realizar ejercicios de impacto. La doctora Mara Karamitopoulos, cirujana ortopédica pediátrica en NYU Langone Health, destacó que este tipo de terapia puede resultar incluso más eficaz que la tradicional en ciertos casos, ya que muchos pacientes operados no cuentan con movilidad o rango de movimiento suficiente para hacer ejercicios fuera del agua.

Otro punto a favor es la seguridad. El entorno acuático disminuye el riesgo de caídas, lo que es fundamental en las primeras etapas de rehabilitación. Las piscinas terapéuticas, con temperaturas entre 31 y 33 °C, también ayudan a aliviar el dolor y reducir la inflamación, según estudios en personas operadas del manguito rotador.


Impacto emocional y psicológico

Superar una cirugía no solo implica recuperarse físicamente, sino también afrontar desafíos emocionales como la ansiedad, el estrés o la depresión. Un metaanálisis demostró que el ejercicio en agua contribuye significativamente a reducir estos síntomas en personas en proceso de recuperación.

Un estudio con 60 mujeres que superaron el cáncer de mama evidenció que tras un año de terapia acuática se registró una disminución en la fatiga, el estrés, la tristeza y la irritabilidad, junto con una mejora en el bienestar general. En este grupo, los efectos positivos fueron superiores a los obtenidos con disciplinas como yoga o pilates.

Shea Andreone, instructora de acondicionamiento físico acuático en la YMCA de Culver City, comentó que el movimiento en agua activa músculos poco utilizados, y aunque implica esfuerzo, produce una sensación de ligereza y relajación que mejora la calidad del sueño. Esta actividad estimula la liberación de dopamina, una hormona que favorece el estado de ánimo.


Respaldo científico actual

Más allá de los testimonios individuales, existe evidencia científica que respalda los efectos positivos de la terapia acuática. Un estudio con 190 personas operadas del manguito rotador mostró que el uso de esta técnica ayudó a aliviar el dolor y reducir la inflamación.

Sin embargo, The Washington Post subrayó que esta opción aún es poco indicada por los médicos. La doctora Karamitopoulos señaló que muchos profesionales no la recomiendan, y que encontrar terapeutas especializados en este tipo de rehabilitación puede ser complicado, lo que limita su acceso.


Recomendaciones para comenzar

Para incorporar esta modalidad a un plan de recuperación, el primer paso es obtener la aprobación médica, especialmente para asegurarse de que la herida ya puede estar en contacto con el agua sin riesgo.

Se sugiere visitar previamente el lugar donde se llevará a cabo la terapia para evaluar su accesibilidad, considerando si se necesita silla elevadora o rampas. También es importante comunicar cualquier limitación al terapeuta para personalizar los ejercicios, sobre todo en sesiones grupales.

La fisioterapeuta Stillman aconseja empezar con dos sesiones semanales durante un periodo de seis a ocho semanas. Luego, se puede avanzar hacia clases grupales de aeróbicos acuáticos. No es necesario saber nadar, ya que muchos ejercicios se hacen en zonas poco profundas.

La doctora Karamitopoulos mencionó que, en caso de no contar con un especialista certificado, se pueden considerar clases generales de ejercicio acuático como alternativa, siempre con el visto bueno del médico tratante. La selección del tipo de actividad dependerá del tipo de cirugía y del estado general del paciente.


Opinión de los expertos

Los profesionales consultados coinciden en resaltar los beneficios de esta terapia. Karamitopoulos remarcó que muchas personas con problemas óseos, articulares, cardíacos o de equilibrio no pueden integrarse a clases convencionales, pero sí encuentran una opción viable en ejercicios acuáticos adaptados, lo cual hace de esta modalidad una alternativa inclusiva.

Stillman reiteró la importancia del efecto compresivo del agua para reducir edemas, y enfatizó que los ejercicios deben ajustarse al perfil de cada paciente para lograr una evolución progresiva hacia actividades grupales.

Por su parte, Shea Andreone resaltó el componente lúdico del entorno acuático. Según ella, se trata de un entrenamiento efectivo que también promueve un descanso de mejor calidad. Para la instructora, el agua no solo permite liberar tensiones, sino que ofrece una experiencia segura y placentera que estimula grupos musculares poco utilizados.

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