Las comidas al aire libre durante el 4 de julio no solo forman parte de la tradición, sino que se han convertido en un elemento esperado de una jornada llena de juegos, fuegos artificiales y momentos de esparcimiento.
Sin embargo, una celebración culinaria puede volverse riesgosa si alimentos como la ensalada de papa o las hamburguesas contienen bacterias que provocan enfermedades, advierten los especialistas.
"La seguridad alimentaria durante el verano suele pasarse por alto, lo que puede tener consecuencias graves", explicó Qinchun Rao, profesor asistente de ciencias de los alimentos en la Universidad Estatal de Florida, mediante un comunicado.
El clima cálido y el aumento de reuniones al aire libre generan un entorno propicio para la proliferación de enfermedades transmitidas por alimentos, señaló Rao.
Según datos de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA), cada año aproximadamente 48 millones de personas en el país se enferman debido a patógenos en los alimentos, lo que genera unas 128,000 hospitalizaciones y 3,000 muertes.
Dejar la comida fuera durante demasiado tiempo puede ocasionar infecciones causadas por bacterias como Salmonella, E. coli o Listeria, que provocan síntomas como vómitos, diarrea, náuseas y fiebre.
El riesgo de contaminación se incrementa durante los días calurosos, advirtió Rao. Por ejemplo, las carnes cocinadas o platos ya preparados no deberían permanecer a temperatura ambiente por más de dos horas. Y si el termómetro supera los 90 grados Fahrenheit (32 °C), ese tiempo se reduce a solo una hora.
"El Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) define la ‘zona de peligro’ como el intervalo entre 40 y 140 grados Fahrenheit, en el cual las bacterias pueden duplicarse cada 20 minutos", explicó Rao.
Los platos fríos con base de mayonesa, como ensaladas de papa o pasta, así como los huevos rellenos, son particularmente vulnerables a la proliferación bacteriana. Los alimentos con alto contenido de proteínas y humedad —productos lácteos, huevos, mariscos, carnes cocidas— también presentan mayor riesgo si no se conservan adecuadamente.
Rao aconseja mantener estos productos fríos a 40 °F (unos 4 °C) o menos, ya sea guardándolos en hieleras con hielo o colocándolos sobre camas de hielo al momento de servir.
Las carnes cocidas, como hamburguesas o filetes, deben mantenerse calientes en platos especiales o recipientes térmicos. “Es esencial usar un termómetro para verificar que hayan alcanzado la temperatura interna adecuada”, dijo Rao. También recomendó cubrir los alimentos con papel aluminio o tapas para protegerlos del sol y los insectos, y servirlos en pequeñas porciones, reponiéndolos desde el refrigerador cuando sea necesario.
Además, advirtió que no se debe confiar en la vista o el olfato para determinar si un alimento es seguro: “Es un mito pensar que si algo huele y se ve bien, está apto para el consumo. Muchas bacterias peligrosas no cambian el aspecto, olor o sabor de la comida”.
También desacreditó la idea de que recalentar un alimento elimina todo riesgo: “Aunque el calor puede destruir algunas bacterias, no siempre elimina las toxinas ya generadas por bacterias como Staphylococcus aureus”.
Rao concluyó que cualquier alimento perecedero que haya estado expuesto al calor por más de una hora debe desecharse. “Refrigerarlo después no lo hace seguro, ya que los niveles bacterianos podrían haber alcanzado un punto peligroso. En esos casos, lo más prudente es tirarlo a la basura”.