La ciencia explica por qué te estremeces al ver el dolor ajeno

¿Te has fijado en que, de forma automática, te encoges o haces una mueca cuando un personaje de una serie o película sufre un golpe o una lesión, aunque sepas que es ficción?

Según un estudio publicado el 26 de noviembre en Nature, existe una explicación científica para ese reflejo: nuestro cerebro reacciona ante el dolor ajeno incluso cuando no es real.

Los investigadores descubrieron que estas escenas activan conexiones ocultas entre las áreas cerebrales que procesan la vista y el tacto.

“Cuando observas a alguien siendo herido o cosquilleado, las zonas del cerebro responsables del tacto se activan de manera similar a como lo harían si te estuvieran tocando a ti”, explicó Nicholas Hedger, investigador principal y profesor del Centro de Neurociencia y Neurodinámica Integrativa de la Universidad de Reading, en Berkshire, Inglaterra. En el estudio también participaron científicos de la Universidad de Minnesota, en Minneapolis, y de Ámsterdam, en Países Bajos.

Según Hedger, “tu cerebro traduce lo que ves a un mapa de tu propio cuerpo, como si ‘recreara’ una sensación táctil, aunque nada te haya ocurrido físicamente”.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo analizó imágenes de resonancia magnética de 174 participantes mientras veían películas como The Social Network e Inception.

Los investigadores hallaron que regiones cerebrales que antes se creía que se dedicaban únicamente a procesar información visual también respondían a escenas relacionadas con el tacto.

Además, esas respuestas coincidían con sensaciones que el espectador sentiría en su propio cuerpo, generando una especie de “eco” táctil originado por lo que estaba viendo.

Esto confirma que los sistemas visuales del ser humano incluyen representaciones del cuerpo, lo que permite una comunicación profunda entre lo que vemos y lo que sentimos.

Hedger señaló que este proceso ocurre en ambos sentidos: “Por ejemplo, si caminas al baño en la oscuridad, las sensaciones táctiles ayudan a tu sistema visual a construir un mapa interno del entorno, incluso con muy poca información visual. Este ‘relleno’ demuestra cómo nuestros sentidos colaboran para formar una percepción coherente del mundo”.

Este avance podría ser clave para comprender mejor condiciones como el autismo, donde las personas suelen experimentar el contacto físico de manera distinta, añadió Hedger.

“Diversas teorías indican que la capacidad de recrear internamente lo que vemos facilita la comprensión de las experiencias de otros, y estos procesos podrían funcionar distinto en personas autistas”, dijo.

Hedger concluyó que las pruebas sensoriales convencionales pueden resultar muy exigentes, especialmente para niños o personas con ciertas condiciones. “Ahora podemos evaluar estos mecanismos cerebrales mientras alguien simplemente ve una película, lo que abre nuevas oportunidades para la investigación y el diagnóstico”.

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