Scott Eilers, psicólogo clínico y especialista en coaching de salud mental, ha dedicado su carrera a explorar la complejidad de la depresión, enfatizando que esta condición va más allá de simplemente sentirse triste.
En una entrevista para el pódcast Modern Wisdom, Eilers habló sobre este trastorno mental, desmintiendo ideas erróneas y compartiendo técnicas prácticas para enfrentarlo.
Chris Williamson, anfitrión del pódcast, señaló que mucha confusión entre tristeza común y depresión clínica dificulta el entendimiento y el tratamiento efectivo de esta enfermedad, que afecta a millones en todo el mundo.
Eilers describe la depresión como un estado mucho más profundo y duradero que la tristeza habitual. Explicó que la depresión no es tanto desesperanza o tristeza, sino más bien una sensación de vacío o adormecimiento emocional.
Un síntoma clave es la anhedonia, que es la incapacidad para sentir placer o alegría. Esto ocurre cuando los circuitos cerebrales relacionados con la recompensa, especialmente los vinculados a la dopamina, no funcionan adecuadamente.
Eilers destacó que la diferencia principal entre tristeza y depresión está en la intensidad, duración y contexto. Mientras que la tristeza ocurre tras eventos como pérdidas o problemas personales, la depresión clínica puede mantenerse sin una causa externa clara.
Una persona con depresión puede despertarse sintiendo que ha vivido una tragedia, aunque nada haya cambiado en su vida. Esta desconexión entre la realidad y la experiencia emocional es un signo importante de los trastornos del ánimo.
Desde el punto de vista biológico, psicológico y social, la depresión es una condición multifactorial. A nivel neurológico, se han identificado alteraciones en neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, que afectan las emociones incluso en ausencia de cambios en el entorno.
Las personas deprimidas suelen experimentar anhedonia, falta de apetito, insomnio y desmotivación, lo que las lleva a adoptar hábitos restrictivos que dificultan aún más la sensación de placer.
El aislamiento social y la ausencia de actividades gratificantes tienden a prolongar la depresión. Eilers explicó que no es que la persona finja, sino que deja de buscar recompensas porque ya no las recibe.
El apoyo social puede ser un factor protector, pero la experiencia de cada persona es muy variable, lo que complica el diagnóstico y tratamiento.
Uno de los mayores desafíos con la depresión es que no existen biomarcadores fiables. A diferencia de otras enfermedades, no hay pruebas objetivas que confirmen un diagnóstico.
Eilers señaló que no hay nada concreto que funcione como marcador biológico para la depresión. Aunque se hallan diferencias cerebrales en algunos trastornos, esos descubrimientos no se aplican rutinariamente en la práctica clínica.
La ausencia de indicadores biológicos contribuye a que la depresión muchas veces pase desapercibida, sobre todo en personas que mantienen un rendimiento externo alto, a diferencia de una fractura que es visible para los demás.