La calidad muscular es clave para detectar el deterioro cognitivo temprano

La calidad del tejido muscular podría ser una pista clave para detectar de forma temprana el deterioro cognitivo, incluso antes de que se presenten los primeros signos de demencia, según una nueva investigación realizada por científicos en Japón.
El concepto de sarcopenia —término que proviene del griego sarx (carne) y penia (pérdida)— hace referencia a la disminución de la masa, fuerza y funcionalidad muscular. Según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de EE.UU., esta condición se asocia con debilidad, fatiga, menor energía y dificultades para realizar tareas cotidianas como caminar, levantarse o subir escaleras. Un nuevo estudio sugiere además que esta pérdida muscular también está vinculada con el deterioro cognitivo.
En los últimos años, múltiples investigaciones han explorado la relación entre la salud del músculo esquelético y los trastornos neurológicos, encontrando que la sarcopenia podría aumentar el riesgo de demencia. Esta conexión entre músculos y cerebro abre nuevas posibilidades en la medicina preventiva, especialmente en el contexto del envejecimiento poblacional.
Hasta ahora, la mayoría de estos estudios se centraron en personas mayores o con diagnóstico de deterioro cognitivo. Sin embargo, se sabe poco sobre cómo los parámetros musculares se relacionan con la función cerebral en poblaciones más amplias, como los adultos de mediana edad, quienes podrían estar en etapas iniciales del deterioro y beneficiarse de intervenciones tempranas.
Para abordar esta brecha de conocimiento, un equipo liderado por el Dr. Kentaro Ikeue, investigador postdoctoral de la Universidad de Doshisha, realizó un estudio transversal con 263 personas mayores de 40 años en Japón. El objetivo fue determinar qué indicadores de cantidad, calidad y fuerza muscular se asocian más estrechamente con la función cognitiva.
El estudio evaluó variables como la masa muscular esquelética apendicular (ajustada por estatura e IMC), la fuerza de prensión manual (FPM), la relación entre FPM y masa muscular de las extremidades superiores, y el ángulo de fase (PhA), un parámetro de impedancia bioeléctrica que refleja la calidad celular y muscular.
La función cognitiva se midió mediante la prueba MoCA-J (Evaluación Cognitiva de Montreal versión japonesa), que considera memoria, atención, lenguaje y funciones ejecutivas.
De todos los indicadores analizados, el ángulo de fase fue el que mostró una mayor correlación con el desempeño cognitivo. Según el Dr. Ikeue, "las mujeres con un ángulo de fase más elevado presentaron menor riesgo de deterioro cognitivo leve", y tanto en hombres como en mujeres, este parámetro se relacionó con un mejor rendimiento en memoria, un aspecto clave ya que suele ser el primero en afectarse.
El estudio también reveló diferencias por sexo: en mujeres, el PhA se asoció con múltiples áreas cognitivas (memoria, lenguaje, atención y funciones ejecutivas), mientras que en hombres la relación fue más específica con la memoria. Esto sugiere que podrían intervenir factores hormonales u otras variables biológicas diferenciadas.
Desde la perspectiva de salud pública, los investigadores subrayan el valor de incluir la evaluación del ángulo de fase en los controles médicos de rutina, dada su rapidez y facilidad de medición. Esta herramienta podría servir como método preventivo para identificar a tiempo el riesgo de deterioro cognitivo.
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