Un medicamento comúnmente utilizado para tratar el insomnio podría representar una nueva esperanza en la lucha contra el Alzheimer, una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo cada año.
Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis encontraron que el fármaco Lemborexant puede disminuir los niveles de la proteína tau en el cerebro, la cual está directamente relacionada con el deterioro neurológico típico de esta forma de demencia.
Este descubrimiento, publicado recientemente en la revista Nature, sugiere que mejorar la calidad del sueño podría influir directamente en la prevención o el retraso del Alzheimer, al menos en etapas iniciales y en estudios realizados con ratones.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se diagnostican 10 millones de casos nuevos de demencia en el mundo, siendo el Alzheimer la causa más frecuente. A pesar de los avances científicos, aún no existe una cura definitiva ni un tratamiento totalmente efectivo.
El estudio, dirigido por el investigador David Holtzman, mostró que el Lemborexant no solo induce el sueño, sino que también actúa directamente sobre la proteína tau, que se acumula dentro de las neuronas y provoca su mal funcionamiento.
Holtzman explicó en una entrevista que “el medicamento mejora el sueño y reduce el tau anormal, que parece ser un factor clave en el daño neurológico que se observa en el Alzheimer y en trastornos relacionados”.
Aunque las proteínas tau tienen funciones importantes en el cerebro, como estabilizar estructuras celulares y facilitar el transporte de nutrientes dentro de las neuronas, su acumulación anormal puede resultar tóxica.
En ratones de laboratorio, el Lemborexant logró reducir significativamente esta acumulación, aunque, curiosamente, los efectos positivos solo se vieron en ratones machos y no en hembras, un fenómeno que aún no tiene explicación científica.
Además de la proteína tau, el Alzheimer también está vinculado a otra proteína llamada beta-amiloide, que forma placas fuera de las neuronas. Ambas proteínas están relacionadas en el desarrollo de la enfermedad, por lo que un tratamiento efectivo debe considerar esta interacción.
Aunque estos hallazgos son alentadores, los científicos advierten que todavía es necesario estudiar el impacto del Lemborexant en humanos, ya que la respuesta a los medicamentos puede variar considerablemente entre especies, y se requiere más investigación para validar su eficacia clínica.
Este avance se suma a los numerosos esfuerzos científicos que, durante décadas, han tratado de comprender mejor el Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta la memoria y las funciones cognitivas, dificultando la vida diaria de quienes la padecen.
Aunque aún no existe cura, el hallazgo de una posible conexión entre la calidad del sueño y la acumulación de proteínas tóxicas en el cerebro abre nuevas vías de investigación. El desafío será identificar los factores que provocan dicha acumulación, ya sea por predisposición genética o por influencias ambientales.
Mientras tanto, estudios como el de Holtzman destacan la importancia de mantener un sueño saludable no solo para el bienestar general, sino también como una posible estrategia preventiva contra el Alzheimer y otras formas de demencia.