Las personas adultas que mantienen una rutina constante de actividad física presentan un menor riesgo de morir de forma prematura, incluso si comienzan a ejercitarse más tarde en la vida, según una nueva revisión de estudios científicos.
De acuerdo con el análisis, quienes hacen ejercicio regularmente tienen entre un 30% y un 40% menos de probabilidades de morir prematuramente por cualquier causa, según se publicó el 10 de julio en el British Journal of Sports Medicine.
Además, los individuos que incrementaron su nivel de actividad física también experimentaron beneficios significativos: su riesgo de muerte temprana se redujo entre un 20% y un 25%.
“Iniciar una rutina de ejercicio en cualquier etapa de la vida adulta puede ser beneficioso para la salud”, afirmó el equipo liderado por Gregore Mielke, investigador de la Universidad de Queensland, en Australia.
Para llegar a estas conclusiones, los expertos analizaron datos combinados de 85 estudios previos que exploraban la relación entre el ejercicio físico y la mortalidad. Estos estudios incluían desde 357 participantes hasta más de 6.5 millones de personas.
Los investigadores se enfocaron especialmente en evaluar si adoptar un estilo de vida más activo en la adultez podría alargar la vida.
Los hallazgos revelaron que aquellos que pasaron de ser sedentarios a activos tenían un 22% menos de riesgo de muerte prematura, mientras que los que ya eran activos y aumentaron aún más su actividad física redujeron su riesgo en un 27%.
En términos generales, tanto quienes fueron activos de forma constante como quienes se volvieron activos más adelante, mostraron una menor probabilidad de morir si cumplían con los niveles de ejercicio recomendados semanalmente.
Incluso aquellos que no alcanzaban completamente las recomendaciones pero realizaban algo de actividad física también obtuvieron beneficios, señalaron los investigadores.
“Esto coincide con lo que ya sabemos: que incluso niveles bajos de actividad física, por debajo de lo recomendado, pueden tener efectos positivos en la salud”, escribieron los autores. “Hacer algo siempre es mejor que no hacer nada”.
No obstante, superar los niveles semanales recomendados de ejercicio se asoció únicamente con una reducción leve adicional del riesgo, explicaron.
Los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.) sugieren realizar al menos 150 minutos semanales de ejercicio moderado o 75 minutos de actividad intensa.
Ejemplos de ejercicio moderado incluyen caminar con ritmo acelerado, andar en bicicleta despacio, practicar yoga activo, bailar, jugar tenis en parejas o hacer jardinería ligera.
Por otro lado, el ejercicio vigoroso puede implicar correr, nadar, andar en bicicleta rápidamente, jugar tenis individual, saltar la cuerda o realizar labores de jardinería más pesadas como cavar o palear.