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Investigadores de EU estudian cómo el cerebro “aprende” el dolor crónico

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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El dolor crónico es una condición médica complicada que se define por la presencia continua de dolor durante más de tres meses, incluso cuando ya no existe una causa física evidente o la lesión que lo provocó ha sanado.

A diferencia del dolor agudo, que sirve como una alerta ante una lesión o daño, el dolor crónico se convierte en una experiencia prolongada que interfiere de manera significativa en la vida diaria de quienes lo padecen.

Cómo afecta este dolor a distintos niveles

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que este tipo de dolor no solo compromete el bienestar físico, sino que también repercute en el estado emocional, en las relaciones personales y en la situación económica del paciente. A menudo, está relacionado con enfermedades o lesiones previas, aunque en muchos casos no se identifica una causa concreta, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento adecuados.

Entre las formas más comunes de dolor crónico se encuentran los dolores de espalda, articulares (como los provocados por la artritis), neuropáticos (originados en el sistema nervioso), las migrañas, el dolor visceral (relacionado con órganos internos) y el que surge después de una cirugía. En muchos pacientes, estos malestares continúan aún después de haberse resuelto el problema que los originó. Según la Cleveland Clinic, las personas describen este dolor como una sensación persistente de ardor, punzadas o presión que puede durar años.

Una problemática cada vez más común

En Estados Unidos, se calcula que uno de cada cuatro adultos vive con dolor crónico. Para uno de cada diez, la intensidad del dolor es tan alta que limita seriamente su capacidad para trabajar o realizar tareas cotidianas. Esto puede derivar en aislamiento social, ansiedad, depresión e incluso en el uso de sustancias como forma de alivio.

Una nueva perspectiva: tratar el dolor desde el cerebro

Dos investigadores del Campus Médico Anschutz de la Universidad de Colorado están desarrollando un enfoque diferente para abordar el dolor crónico: poner el foco en cómo el cerebro interpreta y conserva esa sensación, incluso cuando la lesión física ha desaparecido. Sostienen que el dolor puede mantenerse vivo en la memoria cerebral, lo que explicaría por qué persiste.

Yoni Ashar, psicólogo e investigador en medicina interna y codirector del Programa de Ciencia del Dolor en la Universidad de Colorado, asegura que si el cerebro mantiene el dolor, también puede ser la vía para tratarlo. “El cerebro ha aprendido el dolor”, explica, señalando que una vez que la lesión sana, puede permanecer una huella neural que perpetúe la experiencia dolorosa.

Su colega, el doctor Joseph Frank, también especialista en medicina interna, destaca los avances en la forma de diagnosticar el dolor crónico y en cómo se comunica a los pacientes. Trabaja además en un centro para veteranos en Denver, donde muchos pacientes sufren dolor desde hace años, incluso sin signos físicos actuales. En estos casos, el dolor se convierte en una experiencia tanto emocional como sensorial que requiere un abordaje integral.

Factores que agravan el dolor

Ambos especialistas coinciden en que elementos como la soledad, el estrés emocional y la falta de propósito en la vida refuerzan la persistencia del dolor crónico. “Cuando una persona pierde el sentido de su vida por el dolor y enfoca toda su energía en intentar dejar de sufrir, corre el riesgo de desarrollar otras enfermedades crónicas”, advierte Frank.

Ashar, por su parte, subraya que el entorno emocional puede influir tanto en la percepción del dolor como en la tendencia a consumir sustancias: “Relaciones conflictivas, ambientes inestables o situaciones caóticas favorecen tanto la intensidad del dolor como el abuso de ciertos fármacos”.

Estudios previos confirman su impacto

La OMS señala que el dolor crónico puede mantenerse durante meses sin una causa activa, afectando no solo al cuerpo, sino también al bienestar psicológico, social y económico. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) identifica al dolor de espalda como una de las principales causas de discapacidad a nivel global, afectando hasta al 80% de las personas en algún momento, además del dolor articular y neuropático.

Desde la Mayo Clinic se recomienda un enfoque multidisciplinario para tratar el dolor crónico, que incluya medicamentos, fisioterapia, apoyo psicológico y técnicas como el yoga, ya que también puede provocar fatiga, estrés y trastornos del estado de ánimo.

El futuro del tratamiento: cambiar la narrativa

Según los investigadores del campus CU Anschutz, una de las claves para avanzar en el tratamiento es modificar la percepción de las personas sobre su dolor. “Cuanto más se convenzan de que están atrapadas en sus síntomas, menos se esforzarán en adoptar tratamientos activos. Necesitamos cambiar ese modelo”, concluye Ashar.

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