Un grupo internacional de investigadores, encabezado por el Centro Alemán de Investigación Cardiovascular (DZHK), descubrió que la grasa ubicada en el abdomen causa más daño a los vasos sanguíneos que la grasa que se encuentra justo debajo de la piel.
El estudio, liderado por el profesor Andreas Fischer y la doctora Sana Hasan del Centro Médico Universitario de Göttingen, analizó cómo la distribución de la grasa corporal influye en la salud vascular. Los resultados revelaron que la grasa visceral (localizada en el abdomen) y la grasa subcutánea (bajo la piel) responden de manera distinta ante una alimentación excesiva.
Publicada en Nature Communications, la investigación demostró que la grasa abdominal promueve cambios en los vasos sanguíneos que favorecen la inflamación y su mal funcionamiento.
Fischer señaló que los cambios vasculares vinculados a la obesidad ocurren más temprano de lo que se creía y dependen en gran medida de la ubicación de la grasa. Para entender los mecanismos biológicos detrás de este fenómeno, el equipo se centró en el factor de crecimiento endotelial vascular A (VEGFA), una molécula esencial para mantener la estructura de los vasos. Cuando sus niveles bajan, como sucede con dietas altas en grasa, los vasos comienzan a deteriorarse.
Este deterioro se observó tanto en ratones como en tejido adiposo humano. En los experimentos con animales, tras ocho semanas de dieta rica en grasas, se redujo la densidad de vasos sanguíneos en ambos tipos de grasa, siendo el efecto más notable en la grasa abdominal.
Además, los científicos detectaron una mayor disfunción endotelial y pérdida de cobertura vascular en la grasa visceral de los ratones obesos. En las muestras humanas, las personas con obesidad mostraban una disminución de células endoteliales fenestradas tanto en la grasa subcutánea como en la visceral.
La acumulación de grasa abdominal se relaciona con un mayor riesgo de padecer enfermedades como diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares, hipertensión, apnea del sueño, hígado graso e incluso ciertos cánceres. Según Hasan, estos hallazgos abren el camino a futuras terapias dirigidas a mejorar la función vascular en el tejido graso y prevenir complicaciones asociadas.
De acuerdo con la Clínica Cleveland, la grasa subcutánea, que representa cerca del 90% de la grasa total, se sitúa justo bajo la piel y cumple funciones protectoras. En contraste, la grasa visceral, que rodea órganos internos como el hígado o los intestinos y constituye aproximadamente el 10% del total, es más activa metabólicamente y se vincula a mayores riesgos de salud.
El exceso de grasa visceral se puede estimar midiendo la circunferencia de la cintura: 89 cm o más en mujeres, y 102 cm o más en hombres, indican un riesgo elevado, según MedlinePlus.