¿Encías inflamadas o que sangran? Esta podría ser una señal temprana de gingivitis

Si al cepillarte notas un poco de sangre y no le das importancia, no eres el único. Este es uno de los signos más frecuentes —y también de los más pasados por alto— de que las encías están irritadas. La gingivitis suele desarrollarse sin causar dolor intenso, por lo que muchas veces pasa desapercibida hasta que ya está bien establecida.
La ventaja es que, a diferencia de etapas más avanzadas de enfermedad periodontal, esta fase temprana puede revertirse con una higiene adecuada y con atención dental a tiempo. Detectarla pronto es esencial para evitar daños más serios en dientes y encías.
¿Qué es la gingivitis?
La gingivitis es la forma inicial de la enfermedad periodontal. Surge cuando la placa bacteriana se acumula alrededor de los dientes y provoca irritación en la encía. De acuerdo con la American Academy of Periodontology, en esta etapa las encías se ven enrojecidas, aumentan de tamaño y sangran fácilmente, aunque casi nunca producen dolor significativo, lo que facilita que pase inadvertida.
La buena noticia es que aún no afecta al hueso ni a los tejidos profundos que sostienen los dientes. Por eso puede revertirse con una buena rutina de limpieza y una profilaxis profesional. Si no se atiende, puede progresar a periodontitis, una condición ya irreversible.
Síntomas de la gingivitis
Según Mayo Clinic, unas encías sanas son de color rosa claro, firmes y ajustadas a los dientes. La gingivitis altera ese aspecto de manera gradual.
Señales comunes:
Encías rojas o con un tono más oscuro.
Hinchazón o aumento de volumen en los bordes.
Sangrado al cepillarte, usar hilo dental o morder algo duro.
Sensibilidad ligera o molestia al tocar las encías.
Mal aliento persistente o mal sabor en la boca.
Encías que se ven brillosas o demasiado suaves.
Como suele ser indolora, muchas personas no la detectan de inmediato. Si estos síntomas se mantienen por varios días, lo ideal es acudir a un dentista.
¿Qué provoca la gingivitis?
La causa principal es una higiene bucal deficiente, que permite que la placa bacteriana permanezca y se acumule. Esta película pegajosa se forma todos los días y necesita eliminarse con cepillado e hilo dental.
El proceso ocurre de esta forma:
Aparición de placa dental: Tras consumir azúcares o almidones, las bacterias producen una capa casi invisible sobre los dientes.
Conversión en sarro: Si esa placa no se retira, se endurece y se convierte en sarro. Este irrita más las encías y solo puede eliminarse con una limpieza profesional.
Inflamación gingival: La permanencia de placa y sarro desencadena la inflamación de la encía, lo que da lugar a la gingivitis.
Factores que aumentan el riesgo: tabaquismo, diabetes, cambios hormonales, medicamentos que resecan la boca, estrés y ausencia de revisiones odontológicas.
Complicaciones
Si no se trata, la gingivitis puede avanzar a periodontitis, una afección más severa que deteriora el hueso y los tejidos de soporte dental. Esto puede provocar retracción de encías, movilidad de dientes o incluso pérdida de piezas.
También se ha identificado una relación entre la enfermedad periodontal crónica y condiciones como la diabetes o enfermedades cardiovasculares. No significa que una cause la otra, sino que comparten factores de riesgo y procesos inflamatorios.
Una variante más agresiva, aunque poco común, es la gingivitis ulcerosa necrotizante, que provoca dolor intenso, úlceras y sangrado prominente. Se presenta en personas con estrés extremo, desnutrición, mala higiene o un sistema inmunológico debilitado.
Cómo prevenirla o revertirla
La gingivitis generalmente mejora si se adoptan cuidados constantes:
Cepillarse dos veces al día con técnica adecuada, limpiando bien la línea de la encía.
Usar hilo dental diariamente.
Realizar limpiezas profesionales periódicas.
Evitar el tabaco y controlar enfermedades como la diabetes.
Utilizar enjuagues antibacterianos si el dentista lo indica.
La gingivitis es muy común, prevenible y reversible cuando se atiende a tiempo. Al ignorar el sangrado o la inflamación, puede evolucionar a periodontitis, una etapa mucho más difícil de tratar. Ante molestias persistentes, lo mejor es acudir con un profesional para recibir una evaluación y tratamiento adecuados.
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