Un nuevo estudio publicado en la revista Neurology destaca el impacto de la carne roja procesada en la salud cerebral, revelando que su consumo regular aumenta el riesgo de desarrollar demencia.
El estudio, que siguió a más de 130,000 personas durante hasta 43 años, encontró que quienes consumen al menos dos porciones de carne roja procesada por semana tienen un 14% más de probabilidades de desarrollar demencia en comparación con quienes consumen menos de tres porciones al mes. Este aumento de riesgo está asociado con el alto contenido de grasas saturadas y aditivos en productos como tocino, salchichas y embutidos.
Una de las conclusiones más positivas del estudio es que reemplazar la carne roja procesada por opciones más saludables, como frutos secos, pescado o pollo, puede reducir significativamente el riesgo de deterioro cognitivo. Además, se hizo una distinción importante entre la carne roja procesada y la no procesada. Mientras que el consumo de carne roja no procesada, como carne de res, cerdo o cordero en su estado natural, no se asoció con un mayor riesgo de demencia, los productos procesados sí lo hicieron.
Los participantes fueron clasificados según su consumo de carne procesada en tres grupos: bajo, medio y alto. Los resultados mostraron que el grupo con mayor consumo de carne procesada tenía un 13% más de riesgo de desarrollar demencia. Los investigadores también analizaron el deterioro cognitivo subjetivo (percepción de problemas de memoria y pensamiento) y objetivo (pruebas de memoria y cognición) y encontraron que el consumo elevado de carne procesada aceleraba el envejecimiento cerebral.
El estudio también ofrece soluciones prácticas para reducir el riesgo. Sustituir una porción diaria de carne roja procesada por frutos secos y legumbres puede disminuir el riesgo en un 19%, mientras que reemplazarla por pescado reduce el riesgo en un 28%, y el pollo en un 16%.
Aunque estos hallazgos son relevantes, el Dr. Dong Wang, líder del estudio, destacó la necesidad de más investigaciones, ya que el estudio se centró principalmente en una población blanca y profesionalmente relacionada con la salud. Esto deja espacio para explorar cómo estos resultados se aplican a otros grupos raciales, étnicos y de género.