El ejercicio regular puede ayudar a mejorar los trastornos del estado de ánimo en niños y adolescentes, representando una alternativa a tratamientos farmacológicos como los antidepresivos, según una reciente revisión de estudios.
Los investigadores reportaron en la edición del 26 de junio de la revista Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry que tanto la ansiedad como la depresión disminuyen cuando los menores participan en programas estructurados de actividad física.
Además, encontraron que diferentes tipos de ejercicio contribuyen a aliviar estos síntomas.
“El ejercicio es una opción accesible y económica que puede tener un impacto real en la salud mental infantil”, afirmó Ben Singh, investigador principal de la Universidad de Australia del Sur.
Los expertos destacaron que la actividad física puede mejorar el estado de ánimo sin necesidad de recurrir a medicamentos como los antidepresivos.
Más del 75% de los niños y adolescentes experimentan ansiedad o depresión, lo que genera en los padres la urgencia de encontrar soluciones efectivas, indicaron los investigadores.
La revisión analizó datos de 375 ensayos clínicos previos con más de 38,000 participantes entre 5 y 18 años.
Los resultados revelaron que:
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La ansiedad mejoró con ejercicios de baja intensidad, como levantamiento de pesas ligeras o circuitos suaves con máquinas.
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La depresión mostró mayor mejoría con ejercicios de intensidad moderada que combinan entrenamiento aeróbico y de fuerza.
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Los programas de menos de tres meses lograron las mayores mejoras en síntomas depresivos, sugiriendo que los beneficios pueden aparecer rápidamente.
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Los niños con depresión y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tuvieron mejoras significativas con el ejercicio.
Carol Maher, investigadora senior y directora de la Alianza para la Investigación en Ejercicio, Nutrición y Actividad de la Universidad de Australia Meridional, resaltó: “El mensaje es claro: mantente activo. Incluso cortos periodos de movimiento pueden influir positivamente en la salud mental y el bienestar, especialmente en niños con dificultades”.
El estudio mostró que no es necesario que los niños asistan al gimnasio todos los días ni que realicen sesiones largas.
No se hallaron diferencias significativas entre quienes hacen ejercicio una a tres veces por semana y quienes lo hacen con mayor frecuencia, ni entre sesiones cortas o prolongadas.
Maher concluyó: “El ejercicio debe ser parte fundamental del cuidado de la salud mental infantil, ya sea en la escuela, la comunidad o en entornos clínicos. Programas breves y estructurados con entrenamiento de fuerza o actividades combinadas son prometedores, pero cualquier tipo de ejercicio, aunque sea por poco tiempo, aporta beneficios”.
“Y para los padres, no es necesario gastar en membresías o entrenadores; el juego, los deportes y las actividades recreativas son formas valiosas de movimiento que apoyan la salud mental”, añadió.