El cerebro tiene cinco edades y la adultez empieza a los 30

Tu cerebro no alcanza una madurez plena a los 18 años. Ni siquiera a los 25. De acuerdo con investigaciones recientes, el desarrollo cerebral ocurre en cinco fases diferentes, y la verdadera adultez cognitiva comienza alrededor de los 30 años.
Un amplio estudio realizado por la Universidad de Cambridge, publicado en Nature Communications, pone en duda una de las líneas de tiempo más aceptadas en neurociencia. Los resultados muestran que el cerebro no crece de forma continua ni uniforme, sino que atraviesa cinco “etapas” bien definidas a lo largo de la vida. Lo más sorprendente es que el funcionamiento cerebral adulto —estable, regulado y completo— aparece hasta después de la tercera década de vida, lo que obliga a replantear lo que sabemos sobre desarrollo, educación y salud mental.
Las cinco etapas del desarrollo cognitivo
El equipo encabezado por el neurocientífico Rogier Kievit identificó cinco momentos clave por los que pasa el cerebro desde la niñez hasta la vejez. No se trata de edades arbitrarias, sino de periodos marcados por cambios claros en el desempeño cognitivo, la estructura del cerebro e incluso los rasgos de personalidad. Las etapas son:
Primera infancia (0–6 años)
Infancia tardía–adolescencia (7–18 años)
Adultez emergente (19–29 años)
Adultez madura (30–60 años)
Adultez tardía (60+ años)
Estas conclusiones provienen del análisis de más de 600 mil pruebas cognitivas aplicadas a más de 100 mil personas entre 8 y 70 años, evaluando memoria de trabajo, velocidad de procesamiento y razonamiento. Los resultados mostraron que el desarrollo no sigue un patrón lineal, sino que avanza por etapas claramente diferenciadas.
La gran revelación: el cerebro “adulto” —capaz de tomar decisiones estables, gestionar emociones y razonar a largo plazo— no se consolida antes de los 30 años. Antes de eso, seguimos en una fase intermedia: funcionales, sí, pero con un cerebro aún en construcción.
Adultez: más allá de una edad legal, un estado neurológico
Este planteamiento desafía la idea cultural de que ser adulto llega automáticamente a los 18 o 21 años. Si las funciones ejecutivas aún no están completamente afinadas, ¿qué tan justas son las expectativas sociales?
Durante la llamada adultez emergente (19–29 años), el cerebro es particularmente cambiante. Es una etapa marcada por la exploración, las variaciones emocionales y decisiones a veces impulsivas. Esto explicaría por qué los veinte pueden sentirse caóticos: se toman decisiones importantes con un cerebro que aún no ha terminado de madurar.
Los autores del estudio aclaran que no se deben sacar conclusiones simplistas, pero sí señalan que las instituciones deberían reconsiderar el apoyo que brindan a las personas en esta etapa.
¿Por qué el cerebro completa su madurez después de los 30?
No es una cuestión de lentitud, sino de complejidad. Cada fase del desarrollo cerebral depende de factores biológicos, ambientales y sociales. Al llegar a los 30, procesos como la poda neuronal (eliminación de conexiones innecesarias) y la mielinización (mayor velocidad en la comunicación entre neuronas) alcanzan un punto clave, favoreciendo una mejor estabilidad emocional y habilidades cognitivas avanzadas.
Esto concuerda con hallazgos previos: la corteza prefrontal —encargada de la planificación, la toma de decisiones y el control de impulsos— continúa desarrollándose bien entrada la treintena. No es casualidad que muchas personas expresen sentirse más centradas o más “ellas mismas” alrededor de esa edad.
Implicaciones: de la salud mental al desarrollo profesional
Las repercusiones son enormes. Gran parte de las políticas educativas, laborales y legales operan bajo la idea de que un adulto joven ya alcanzó su madurez completa. Pero si el cerebro sigue afinándose hasta los 30, extender los apoyos y flexibilizar expectativas podría tener beneficios importantes.
Este periodo también coincide con el aumento de problemas de salud mental —como ansiedad y depresión— en jóvenes menores de 30. Comprender que el cerebro todavía está en una etapa de ajustes podría ayudar a generar entornos más comprensivos y políticas más adaptadas a esta realidad.
Como señala Kievit, “si el cerebro aún está encontrando su ritmo adulto, quizá deberíamos ajustar también nuestras expectativas”.
Una nueva mirada a los veinte… y a los treinta
Aceptar que el cerebro avanza en cinco etapas distintas nos invita a dejar atrás los modelos rígidos de madurez. La década de los veinte no es un retraso ni un periodo perdido: es un puente fundamental. Y llegar a los treinta no significa el final de la juventud, sino el inicio de una etapa de mayor claridad cognitiva y emocional.
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