Diabetes y emociones: cómo afectan el tratamiento y la calidad de vida

Las emociones desempeñan un papel fundamental en el control de enfermedades crónicas como la diabetes. Expertos advierten que una mala gestión emocional puede obstaculizar el tratamiento y favorecer la aparición de complicaciones físicas, como daño en los ojos, úlceras e incluso amputaciones.
Durante una rueda de prensa, la psicóloga Marisol Zariñana, integrante activa de la Asociación Mexicana de Educadores en Diabetes, señaló que las emociones más comunes entre las personas con este padecimiento son tristeza, enojo, culpa, apatía y negación. Estas emociones, explicó, dificultan la aceptación del diagnóstico y reducen la frecuencia del automonitoreo.
Zariñana destacó que tales estados emocionales afectan el cumplimiento del tratamiento y están vinculados con un pobre control glucémico y una baja aceptación de la enfermedad.
Depresión: común entre personas con diabetes
La especialista también alertó sobre la elevada incidencia de depresión en personas con diabetes, indicando que su frecuencia es hasta un 60% mayor en comparación con la población general. A esto se suma un alto nivel de estrés y respuestas emocionales negativas que complican aún más el manejo del padecimiento.
Aunque desde hace tiempo se reconoce la relación entre la salud emocional y la diabetes, esta conexión adquiere especial importancia debido a los riesgos que representa un mal manejo psicológico. Según Zariñana, una mayor aceptación del diagnóstico se asocia con un monitoreo más frecuente de la glucosa, lo que contribuye a mejores resultados clínicos.
Un enfoque integral mejora el bienestar del paciente
Frente a este panorama, la psicóloga propuso un abordaje integral que incluya el apoyo emocional al paciente, el uso apropiado del glucómetro, una dieta equilibrada y, si es necesario, terapia psicológica.
Afirmó que la intervención terapéutica puede ayudar a las personas con diabetes a comprender y canalizar sus emociones, realizar ejercicios para mejorar el estado de ánimo y fortalecer su compromiso con el tratamiento. Estas estrategias se traducen en una mejor calidad de vida.
También hizo hincapié en la importancia de educar al paciente sobre su condición, ofrecer apoyo psicológico cuando se requiera y promover espacios donde puedan compartir sus emociones y vivencias.
Por último, recordó que cualquier síntoma, complicación o alteración emocional debe ser motivo para acudir con el médico tratante, quien es el único capacitado para ajustar el tratamiento y ofrecer la orientación adecuada para un control efectivo de la diabetes.
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