El cerebro de Albert Einstein continúa despertando interés incluso muchos años después de su fallecimiento. Tras su muerte en 1955, su cerebro fue preservado para investigaciones científicas, y recientes imágenes de su corteza cerebral han mostrado una estructura notablemente desarrollada que podría explicar parte de su extraordinaria inteligencia.
Un estudio publicado en 2012 en la revista Brain reveló que Einstein poseía una conexión interhemisférica más fuerte de lo habitual, lo que facilitaba la comunicación entre áreas del cerebro relacionadas con la creatividad y la lógica. Además, su lóbulo parietal inferior, fundamental para el razonamiento matemático y espacial, era más ancho que el promedio.
Estos hallazgos sugieren que no solo es importante cuánto se usa el cerebro, sino también cómo están organizadas sus conexiones. La eficiencia de las redes neuronales puede ser tan relevante como el tamaño del órgano.
¿Realmente usamos solo el 10% del cerebro?
Gracias a tecnologías avanzadas como la resonancia magnética funcional (fMRI), se ha demostrado que utilizamos casi todas las regiones del cerebro, aunque no simultáneamente. Incluso cuando estamos en reposo, el cerebro mantiene una intensa actividad, conocida como el “modo por defecto”, que está relacionada con procesos como la memoria, la imaginación y la reflexión.
Un estudio dirigido por la neurocientífica Suzana Herculano-Houzel, de la Universidad de Vanderbilt, corrigió la cifra popularizada sobre el número de neuronas humanas: en lugar de 100 mil millones, el cerebro tiene alrededor de 86 mil millones, organizadas en redes especializadas que regulan funciones como el lenguaje, la memoria y el control motor.
Del laboratorio a la inteligencia artificial
Inspirándose en estas capacidades cerebrales, compañías tecnológicas como Neuralink y Cerebras Systems están desarrollando proyectos experimentales para replicar el funcionamiento del cerebro humano. Uno de ellos, llamado “BrainGPT”, tiene como objetivo crear una inteligencia artificial capaz de aprender y adaptarse con la intuición y complejidad del pensamiento humano. Estos avances representan un paso importante en la fusión entre la neurociencia y la inteligencia artificial.
Decisiones, aprendizaje y la adaptabilidad cerebral
La neurociencia también ha identificado dos modos de pensamiento, descritos por el premio Nobel Daniel Kahneman: un sistema rápido, emocional e intuitivo (Sistema 1), y otro más lento, lógico y analítico (Sistema 2). Ambos sistemas trabajan en conjunto para tomar decisiones en nuestra vida diaria.
Además, la neuroplasticidad ha evidenciado que el cerebro puede reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales durante toda la vida, lo que respalda prácticas como la meditación, el aprendizaje constante y el entrenamiento mental para mantener la agilidad cognitiva.
Lejos de ser una estructura fija y segmentada, el cerebro funciona como una red interconectada, donde distintas áreas colaboran para procesar información. Esta flexibilidad explica por qué algunas personas desarrollan habilidades excepcionales y cómo el entorno —incluyendo la nutrición, el sueño, la estimulación emocional y la educación desde la infancia— influye en la formación y desarrollo neuronal.