Cómo las hormonas pueden ser un tratamiento efectivo contra la depresión

Durante los últimos diez años, la salud mental ha adquirido una posición central en el ámbito sanitario global, debido al incremento constante de los trastornos depresivos y de ansiedad en personas de todas las edades.
Aunque se han logrado avances importantes en tratamientos psicológicos y farmacológicos, un número importante de pacientes aún no experimenta mejoras sostenidas.
Una mirada más integral del cuerpo humano
Frente a este panorama, The Economist difundió investigaciones recientes que proponen analizar el cuerpo como un sistema aún más interconectado, donde el equilibrio hormonal podría ser clave para entender casos que no responden a los tratamientos habituales y para desarrollar nuevas estrategias terapéuticas.
El papel de las hormonas en el estado de ánimo
Aunque desde hace tiempo se sabe que las hormonas influyen en la salud mental, su importancia ha sido frecuentemente minimizada en la práctica médica. Las hormonas sexuales como el estrógeno, la progesterona y la testosterona intervienen en funciones como la memoria, el control emocional, la motivación y la capacidad para afrontar el estrés.
Por otro lado, hormonas como el cortisol o las tiroideas impactan directamente en el estado de ánimo, el sueño y la concentración. Sin embargo, hasta hace poco, estas alteraciones hormonales se interpretaban más como efectos secundarios de enfermedades mentales, y no como posibles causas.
Una tercera parte sin respuesta terapéutica
Actualmente, la evidencia científica reconoce que cerca del 30% de quienes padecen depresión mayor no muestran mejoras con tratamientos tradicionales como la psicoterapia o los antidepresivos. Esta situación ha llevado a los especialistas a buscar respuestas en otros ámbitos. En los últimos años, estudios han vinculado los desequilibrios hormonales con casos persistentes de depresión y ansiedad.
Nuevos hallazgos clínicos
Los propios avances médicos han confirmado cómo las hormonas influyen en la salud mental. Por ejemplo, una investigación de la Universidad de Oxford reveló que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) ayudó a muchas mujeres menopáusicas a reducir su dependencia de antidepresivos, mejorando significativamente sus síntomas de ansiedad y depresión.
Estos resultados sugieren que las terapias hormonales podrían ser útiles para un espectro más amplio de pacientes, tanto mujeres como hombres en distintas etapas de la vida.
En varones, la deficiencia de testosterona —también conocida como hipogonadismo— se ha relacionado con irritabilidad, tristeza y problemas cognitivos. Se estima que este trastorno afecta a un 35% de los hombres mayores de 45 años. Aunque no suele formar parte del tratamiento convencional para la depresión, estudios muestran que la terapia de reemplazo de testosterona (TRT) mejora los síntomas emocionales. Una revisión con más de 2,000 participantes lo respalda.
Si bien esta terapia se ha popularizado en EE.UU., también ha generado controversias por su uso excesivo en contextos sin respaldo clínico, motivado por promesas comerciales de rejuvenecimiento y aumento de masa muscular.
Las mujeres y los cambios hormonales
En el caso femenino, los cambios hormonales asociados con la perimenopausia, la menopausia y el posparto representan etapas críticas. Un extenso estudio de la Universidad de Cardiff, citado por The Economist, analizó a 130,000 mujeres posmenopáusicas sin antecedentes psiquiátricos y encontró un incremento del 30% en el riesgo de depresión mayor y del 112% en el riesgo de trastorno bipolar durante la perimenopausia.
Aunque menos del 1% recibió un diagnóstico formal, muchas mujeres experimentaron síntomas como fatiga, ansiedad, dificultad para concentrarse y confusión mental, que pueden aparecer años antes de los signos clásicos de la menopausia, lo que dificulta su identificación.
Además, muchas mujeres presentan recaídas de trastornos emocionales previos durante estos periodos, o notan cambios de ánimo vinculados al ciclo menstrual. En algunos casos, los síntomas depresivos adoptan una forma inusual: desde altibajos emocionales hasta aparentes estados normales que ocultan un gran sufrimiento interno.
Desafíos en el diagnóstico
Identificar la relación entre desequilibrios hormonales y problemas emocionales sigue siendo una tarea complicada, tanto para los pacientes como para los profesionales. En los hombres, una prueba de sangre puede detectar niveles bajos de testosterona, pero en las mujeres, la fluctuación hormonal mensual exige una evaluación más detallada de síntomas y antecedentes.
Preguntas clave sobre cambios de humor relacionados con el ciclo menstrual, el uso de anticonceptivos o el posparto pueden orientar el diagnóstico, aunque muchas veces son ignoradas.
Proyectos que exploran esta conexión
Iniciativas como Our Future Health, en el Reino Unido, buscan estudiar a cinco millones de personas para analizar cómo los cambios hormonales afectan el estado de ánimo y el riesgo de hospitalización. También se investiga la influencia de factores genéticos en la sensibilidad individual a las variaciones hormonales, lo cual podría facilitar tratamientos más personalizados.
Aunque aún se investiga el impacto exacto de las hormonas en la salud mental, las pruebas acumuladas impulsan a los profesionales a prestar más atención al sistema endocrino, especialmente en casos donde los enfoques tradicionales no ofrecen resultados eficaces.
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