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Cómo aliviar el dolor muscular persistente en adultos mayores

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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El aumento en la esperanza de vida ha permitido que más personas alcancen la vejez, etapa en la que surgen retos específicos. Uno de los problemas de salud más comunes y limitantes en esta etapa es el dolor muscular persistente.

Este síntoma no es solo una molestia pasajera; afecta hasta al 60% de los adultos mayores, según investigaciones de instituciones reconocidas como la Yale School of Medicine y la Icahn School of Medicine at Mount Sinai.

Un reporte de The Washington Post destaca que el impacto del dolor muscular va más allá de lo físico, ya que puede afectar la movilidad, la independencia y el bienestar emocional. Por ello, en un contexto donde los adultos mayores desean mantener su autonomía, es fundamental entender las causas y las opciones para aliviarlo, a fin de mejorar su calidad de vida.

El envejecimiento implica una reducción en la masa muscular, lo que aumenta la susceptibilidad a lesiones y molestias musculares. Elizabeth Gardner, experta ortopédica en Yale, señala que con el paso del tiempo las fibras musculares pierden densidad y elasticidad, debilitando el tejido y haciéndolo más vulnerable a daños. La pérdida de fuerza, junto con la osteoartritis y menor flexibilidad, incrementa la carga sobre los músculos.

Estos cambios fisiológicos también dificultan la recuperación después de esfuerzos o caídas, lo que eleva la probabilidad de sufrir distensiones musculares o “tirones”. Un análisis indica que hasta seis de cada diez adultos mayores experimentan dolores musculares persistentes, sobre todo luego de realizar actividades cotidianas.

Frente a dolores leves, los especialistas recomiendan combinar un reposo breve con actividad moderada. Gardner sugiere descansar uno o dos días, aplicar hielo, usar compresión y elevar la zona afectada, aunque el reposo total no es aconsejable. Caminar cortas distancias o marchar en el lugar ayuda a activar la circulación, reduciendo el dolor y la rigidez.

El automasaje es otra técnica sencilla que favorece el flujo sanguíneo en músculos adoloridos. Tiffany Shubert, referente de la American Physical Therapy Association Geriatrics, aconseja masajear suavemente el área afectada usando una pelota de tenis o un rodillo de espuma, pero recomienda evitar masajeadores eléctricos en personas mayores para prevenir lesiones por presión.

Respecto a los medicamentos, Gardner recomienda evitar antiinflamatorios orales como el ibuprofeno debido al riesgo de hemorragias gastrointestinales en adultos mayores. En cambio, sugiere paracetamol o cremas tópicas con diclofenaco, siempre siguiendo indicaciones y dosis moderadas.

Además, un estudio liderado por Benjamin Kligler en Mount Sinai mostró que las cremas con árnica pueden ser tan efectivas como tratamientos convencionales para distensiones musculares, siempre bajo supervisión médica.

Si el dolor se mantiene por varios días o reaparece tras mejorar, es crucial acudir al médico. Un fisioterapeuta puede detectar causas subyacentes como debilidad muscular o artritis, y diseñar ejercicios específicos para fortalecer y estirar los músculos.

Los calambres musculares nocturnos son frecuentes en adultos mayores, afectando a más del 32% de quienes tienen entre 70 y 79 años. Según Kligler, estos calambres aumentan por deshidratación, alteraciones en electrolitos y cambios en los tendones.

Un informe de la Cochrane Library recomienda técnicas para aliviar calambres sin medicamentos, como estirar la pantorrilla con la pierna recta y los dedos hacia arriba, caminar brevemente o elevar la pierna para mejorar la circulación. También se sugieren duchas calientes, baños con sales de Epsom o almohadillas térmicas.

Para prevenir calambres, es clave mantenerse bien hidratado, estirar las piernas diariamente y consultar con un médico sobre la posible toma de magnesio antes de dormir (entre 100 y 200 mg), pues este suplemento debe indicarse profesionalmente debido a posibles efectos secundarios como diarrea.

Las infecciones virales respiratorias, como la gripe o el COVID-19, pueden causar dolores musculares más intensos en los adultos mayores. Michael Hochman, internista en California, explica que estos pacientes suelen experimentar mayor rigidez y fatiga muscular durante la recuperación.

Ante estas situaciones, es importante consultar al médico para valorar el uso de antivirales y así reducir la duración de los síntomas. Durante la infección, mantener una buena hidratación y usar paracetamol ayuda a aliviar el dolor y evita complicaciones por deshidratación.

Si el dolor muscular persiste más de dos semanas, podría estar relacionado con enfermedades como la fibromialgia. El reumatólogo Don Goldenberg, de la Tufts University School of Medicine, indica que esta enfermedad suele empezar en el cuello o los hombros y luego se extiende a la espalda, extremidades y torso, acompañada de puntos sensibles.

El tratamiento incluye terapia cognitivo-conductual y ejercicio físico leve, como caminar, aeróbicos acuáticos, tai chi o yoga suave, que reducen el dolor cuando se practican regularmente. En algunos casos se prescriben antidepresivos o anticonvulsivos, siempre bajo supervisión médica.

Otra condición común en adultos mayores es la polimialgia reumática (PMR), una enfermedad autoinmune que afecta principalmente a mayores de 50 años, provocando dolores y rigidez en cuello, hombros, espalda y caderas, especialmente en las mañanas. Se trata con dosis bajas de esteroides durante períodos prolongados.

El dolor muscular que no mejora tras unos días o que viene acompañado de síntomas como fiebre alta, pérdida de visión, nuevos dolores de cabeza o debilidad severa debe ser evaluado rápidamente. Reconocer señales de alarma y buscar atención médica oportuna es vital para evitar complicaciones y mantener una buena calidad de vida.

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