Científicos detectan microplásticos en el cerebro humano: podría ser una cucharada

Científicos advierten que los cerebros humanos podrían estar acumulando una cantidad considerable de microplásticos, equivalente a una cucharadita, según revelan investigaciones recientes publicadas en la revista Brain Medicine.

Estos estudios, desarrollados por equipos de Canadá, Estados Unidos y Australia, vinculan dicha acumulación con un mayor riesgo de padecer problemas de salud mental como ansiedad, insomnio, depresión y deterioro de las funciones cognitivas.

Uno de los principales factores señalados es la alimentación moderna, especialmente la basada en productos ultraprocesados, que se han identificado como una fuente importante de exposición a estos contaminantes invisibles. Los investigadores afirman que estos productos contienen niveles de microplásticos mucho más altos que los alimentos naturales, y podrían estar cruzando la barrera hematoencefálica, afectando directamente el sistema nervioso central.

Alimentos ultraprocesados: el acceso directo del plástico al cerebro

Según los primeros hallazgos del estudio, una dieta alta en productos industrializados facilita la entrada de microplásticos al organismo. Por ejemplo, se estima que un nugget de pollo puede contener hasta 30 veces más microplásticos por gramo que una pechuga sin procesar.

Nicholas Fabiano, uno de los investigadores, explica que estas diminutas partículas —de menos de 5 mm— entran al cuerpo, se dispersan por el sistema circulatorio y logran alcanzar el cerebro, donde podrían alterar su funcionamiento mediante procesos como inflamación crónica, estrés oxidativo y daño mitocondrial.

Los científicos plantean que este fenómeno podría estar contribuyendo al aumento de los trastornos mentales a nivel global, sobre todo en países como Estados Unidos, donde los ultraprocesados representan más de la mitad de la ingesta calórica diaria.

Evidencia en cerebros con demencia

Una de las investigaciones más impactantes del grupo revela datos obtenidos a partir de autopsias, que mostraron concentraciones de microplásticos hasta cinco veces mayores en cerebros de personas con demencia, en comparación con aquellas sin deterioro cognitivo. Este hallazgo, publicado en Nature Medicine, refuerza la posibilidad de que el cerebro actúe como reservorio de estas partículas plásticas.

Wolfgang Marx, otro de los autores del estudio, resalta la relevancia del descubrimiento: “Por primera vez, contamos con evidencia sólida que conecta la dieta contemporánea, los contaminantes invisibles y los trastornos de salud mental”.

¿Se pueden eliminar los microplásticos del organismo?

Frente a esta preocupante realidad, los científicos están explorando formas de reducir la cantidad de microplásticos en el cuerpo humano. Un estudio en curso está analizando el uso de la aféresis terapéutica —un procedimiento que filtra la sangre fuera del cuerpo— como posible solución. Aunque esta técnica aún se encuentra en fase experimental, se considera una opción prometedora para el futuro.

“El reto es doble”, explica Stefan Bornstein, investigador de la Universidad de Dresde: “disminuir el consumo de alimentos contaminados y encontrar métodos eficaces para depurar el organismo”.

Una advertencia global

La serie de estudios concluye con un editorial titulado La calamidad de una cuchara de plástico en tu cerebro, escrito por la psiquiatra Ma-Li Wong, quien hace un llamado urgente a la comunidad científica y médica a reflexionar sobre cómo la artificialidad de nuestro entorno está afectando la salud humana. “No es un escenario hipotético; ya estamos viendo los efectos de haber borrado la línea entre lo que comemos y lo que somos”, advierte.

Microplásticos y salud mental: un vínculo inquietante

Aunque los expertos señalan que aún no se puede afirmar una relación causal directa, la evidencia creciente muestra una conexión preocupante entre la presencia de microplásticos en el cerebro y el deterioro de la salud mental. Por ello, recomiendan reducir el consumo de productos ultraprocesados y promover regulaciones que limiten la presencia de estos contaminantes en los alimentos.

“Los datos son alarmantes”, concluye Fabiano. “Estamos ingiriendo plástico, y ese plástico podría estar alterando nuestra mente”.