¿Bebé inquieto o pecho con dolor? Indicadores de que algo no va bien

Amamantar no debería sentirse como una prueba de aguante, aunque a veces así se vive: tomas que parecen no terminar, incertidumbre sobre si el bebé quedó satisfecho, dolor constante o un cansancio que se acumula día tras día.
En medio de esa mezcla de emociones y desgaste, es común pensar “algo estoy haciendo mal”, cuando muchas veces lo que falta es conocer cómo luce una lactancia realmente efectiva y qué señales indican que puede haber un problema.
¿En qué consiste la lactancia materna y cómo se identifica una toma efectiva?
La lactancia materna es la forma natural de alimentar a un recién nacido con leche humana. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda iniciarla dentro de la primera hora después del nacimiento, mantenerla de forma exclusiva durante los primeros seis meses y continuarla, junto con alimentos sólidos, hasta los dos años o más.
Esta sugerencia se basa en los beneficios comprobados: la leche materna no solo nutre, sino que aporta anticuerpos, enzimas y otros elementos que protegen contra infecciones y favorecen el desarrollo digestivo y neurológico del bebé.
Para la madre, amamantar ayuda en la recuperación posparto y disminuye el riesgo de ciertos problemas de salud a largo plazo, incluidos algunos tipos de cáncer.
Señales en el bebé de que la lactancia podría no estar funcionando bien
La American Academy of Pediatrics (AAP) destaca indicadores prácticos que conviene vigilar:
1. Pérdida de peso mayor a la esperada o mala recuperación En los primeros días es normal que el bebé pierda algo de peso, pero no debería superar aproximadamente el 7–10% del peso al nacer. Si pasa de ese rango o no recupera peso con las semanas, podría haber una ingesta insuficiente.
2. Muy pocos pañales mojados o sucios La cantidad de pañales es un signo muy confiable de buena alimentación:
Día 1: mínimo 1 mojado y 1 sucio
Día 2: mínimo 2
Día 3: mínimo 3 A partir del cuarto día debería ir aumentando. Un número menor al esperado puede indicar que no está comiendo bien.
3. Sensación constante de que no queda satisfecho Si tras la mayoría de las tomas sigue inquieto, vuelve a llorar pronto por hambre o se duerme en el pecho sin succionar efectivamente, puede estar gastando energía sin obtener lo que necesita.
4. Tomas muy largas o demasiado cortas sin un patrón claro Si casi siempre superan los 45–60 minutos sin que el bebé parezca lleno, o si se desprende al minuto y sigue con hambre, suele tratarse de un agarre deficiente o mala transferencia de leche.
5. Evidencia visible de mal agarre Ruídos de chasquido, mejillas hundidas, el pezón deformado al terminar, o un bebé que se prende y se suelta todo el tiempo, indican que la técnica necesita correcciones.
6. Factores anatómicos que dificultan la extracción de leche El frenillo lingual corto es un ejemplo común: puede limitar la movilidad de la lengua, causar succión ineficaz y provocar dolor en la madre. Sin embargo, no todos los problemas se deben a esto; siempre requiere valoración profesional.
Señales en la madre de que algo no marcha bien al amamantar
La lactancia puede causar sensibilidad, pero el dolor persistente no es normal. Cuando aparece, casi siempre hay algo que puede corregirse.
1. Dolor que no cede tras los primeros días Una molestia leve al principio es habitual, pero un dolor intenso, punzante o que empeora apunta a mal agarre, irritación, infección o congestión.
2. Grietas, sangrado o pezones deformados después de la toma Estas lesiones son típicas de un agarre superficial o fricción excesiva. Indican que la postura o técnica deben ajustarse.
3. Pecho rojo, caliente, con endurecimientos o zonas dolorosas Puede ser un conducto obstruido o el inicio de una mastitis. La Academy of Breastfeeding Medicine (ABM) explica que esto forma parte de un espectro inflamatorio que va desde congestión hasta infección bacteriana.
4. Fiebre y síntomas tipo “resfriado” Escalofríos, fiebre y malestar general acompañados de dolor localizado sugieren mastitis y requieren atención rápida.
5. Malestar emocional intenso vinculado a la lactancia No es un asunto menor. Estudios señalan que la falta de apoyo puede generar sentimientos de culpa, ansiedad o fracaso.
¿Qué suele causar estos problemas?
Agarre superficial o mala postura: la causa más frecuente. Suele generar dolor, pezones lesionados y mala ganancia de peso en el bebé. Corregir postura suele mejorar la situación rápidamente.
Dificultades anatómicas en el bebé: frenillo corto, paladar alto o tensión oral pueden provocar tomas largas y poco productivas. Requieren evaluación profesional.
Producción baja real o percepción errónea: muchas madres sienten que producen poco, aunque no sea el caso. La verdadera baja producción se refleja en peso y pañales, no solo en la sensación.
Exceso de producción y congestión: puede ocasionar dolor, reflejo de eyección fuerte (el bebé se atraganta o se suelta) y obstrucciones.
Herramientas clínicas como el LATCH Score ayudan a evaluar la efectividad de la lactancia. No es algo que las madres deban medir por sí mismas, pero demuestra que la lactancia se puede ajustar con técnica, no es cuestión de “todo o nada”.
Cuándo buscar ayuda y con quién acudir
Es importante solicitar apoyo si aparece cualquiera de estas situaciones:
Pérdida de peso mayor al 10% o mala recuperación.
Menos pañales mojados o sucios de lo esperado.
Somnolencia excesiva o signos de deshidratación (boca seca, llanto sin lágrimas, fontanela hundida).
Dolor intenso que no mejora, grietas importantes o sangrado.
Fiebre, pecho rojo y caliente o síntomas tipo gripe.
Angustia o tristeza que sobrepasan lo manejable.
Profesionales a los que puedes acudir:
Pediatra: verifica peso, hidratación y salud general del bebé.
Asesora de lactancia certificada (IBCLC): corrige agarre, posición y plan de alimentación.
Urgencias: en caso de fiebre alta, deshidratación o decaimiento del bebé.
La lactancia no se trata de soportar el dolor ni de hacerlo perfecto, sino de que el bebé reciba lo que necesita y la madre esté bien. Cuando la toma es cómoda, el agarre es adecuado y el bebé muestra señales de buena alimentación, todo suele fluir. Pero si hay señales de alerta —pocos pañales, poca ganancia de peso, dolor persistente, grietas o fiebre— lo más importante es actuar sin esperar.
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