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Autolesión en adolescentes y adultos jóvenes: cómo detectarla y buscar ayuda a tiempo

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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La autolesión no suicida, comúnmente llamada autolesión, consiste en causarse daño físico intencionalmente, como cortarse o quemarse, pero generalmente no busca acabar con la vida. Este comportamiento es una forma perjudicial de manejar el dolor emocional, la tristeza, la ira y el estrés.

Aunque la autolesión puede producir una sensación temporal de alivio o calma, después suele generar sentimientos de culpa y vergüenza, y las emociones dolorosas tienden a reaparecer.

Las personas que se autolesionan raramente buscan hacerse daño mortal, pero en algunos casos las lesiones pueden ser graves y poner en peligro la vida. Con el apoyo adecuado, es posible aprender maneras más saludables de enfrentar estas dificultades.

No existe una causa única para la autolesión. Generalmente, ocurre por razones como:

  • Incapacidad para manejar situaciones difíciles: la autolesión suele ser resultado de no poder afrontar el estrés o el dolor emocional de forma sana.

  • Problemas para regular las emociones: dificultades para controlar, expresar o entender las emociones pueden llevar a este comportamiento. Las emociones involucradas pueden incluir sentimientos complejos como soledad, pánico, culpa, rechazo o autodesprecio, a veces vinculados con experiencias como acoso o cuestionamientos sobre la identidad sexual.

La autolesión puede tener objetivos como:

  • Aliviar un sufrimiento emocional o ansiedad muy intensa.

  • Distraerse del dolor emocional mediante dolor físico.

  • Recuperar sensación de control sobre el cuerpo o las emociones.

  • Sentir alguna sensación, incluso dolor, cuando hay vacío emocional.

  • Expresar emociones internas.

  • Comunicar estrés o depresión al exterior.

  • Castigarse a sí mismo.

Los métodos de autolesión suelen realizarse en privado y a menudo de forma repetida y controlada, dejando patrones visibles en la piel. Entre las formas más frecuentes están cortarse con objetos filosos, quemarse con fósforos o cigarrillos, tallarse símbolos en la piel, golpearse o morderse, y perforar la piel con objetos. Las áreas más comunes son brazos, piernas, pecho y abdomen.

En algunas personas, la autolesión ocurre ocasionalmente y luego cesa; en otras, se convierte en un comportamiento frecuente y prolongado. Aunque es más común en adolescentes y jóvenes, personas de otras edades también pueden autolesionarse.

Este comportamiento suele iniciar en la preadolescencia o adolescencia temprana, momentos en que los cambios emocionales son intensos y frecuentes, y en los que hay presiones sociales, conflictos familiares y sensación de soledad.

Factores que aumentan el riesgo incluyen:

  • Tener amigos que también se autolesionan.

  • Vivir situaciones difíciles como abuso, negligencia o entornos familiares inestables.

  • Problemas de salud mental como trastornos de ansiedad, depresión o trastorno límite de la personalidad.

  • Consumo de alcohol o drogas recreativas.

  • Cuestionamientos sobre la identidad personal o sexual y aislamiento social.

La autolesión puede traer complicaciones como aumento de vergüenza y baja autoestima, infecciones por heridas o uso compartido de objetos, cicatrices permanentes, empeoramiento de problemas de salud mental y lesiones graves que pueden ser mortales.

El tratamiento comienza con hablar con alguien de confianza para recibir apoyo. Es fundamental acudir a profesionales especializados en salud mental que ayuden a manejar tanto la conducta autolesiva como las condiciones mentales asociadas. El enfoque terapéutico se adapta a las necesidades específicas de cada persona, tratando las causas subyacentes junto con la autolesión.

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