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Arterioesclerosis: la enfermedad que estrecha tus arterias sin dar señales

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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Hay enfermedades que se sienten desde el primer día… y otras que avanzan sin dejar huella. La arterioesclerosis pertenece a este segundo grupo: progresa lentamente, sin dolor ni señales evidentes, mientras las arterias se vuelven rígidas y el espacio por donde circula la sangre se hace cada vez más estrecho. Por eso muchas personas se enteran cuando ya hay un problema serio o un diagnóstico inesperado.

¿Qué es la arterioesclerosis?

La arterioesclerosis es el término general que describe el engrosamiento y endurecimiento progresivo de las arterias. Con el paso del tiempo, estos vasos pierden elasticidad y la sangre tiene más dificultades para circular. Según Mayo Clinic, se trata de un proceso lento que puede avanzar durante años sin provocar síntomas.

Dentro de este concepto se encuentra la ateroesclerosis, una forma específica en la que se forman placas dentro de la pared arterial. Estas placas, compuestas por grasa, colesterol, calcio y tejido fibroso, van estrechando el interior del vaso, como si una manguera se fuera cerrando desde adentro.

Aunque parecen términos similares, distinguirlos ayuda a comprender mejor lo que ocurre en el cuerpo: la arterioesclerosis es el endurecimiento general de las arterias, mientras que la ateroesclerosis —con placas— es la que se asocia principalmente con infartos, derrames cerebrales y enfermedad arterial en las piernas.

¿Por qué avanzan “sin hacer ruido”?

La razón principal es que las arterias tienen la capacidad de adaptarse. En las primeras etapas, la placa crece lentamente y el vaso se remodela para mantener el flujo sanguíneo. Por eso la mayoría no nota nada durante años, hasta que el estrechamiento es importante o la placa se rompe y genera un coágulo que bloquea el paso de sangre.

Además, la ateroesclerosis no aparece de un día para otro: inicia con pequeñas lesiones desde edades tempranas, que con el tiempo se transforman en placas más grandes. Incluso puede estar presente en personas jóvenes sin síntomas.

El American College of Cardiology (ACC) señala que en adultos menores de 40 años, la exposición acumulada al colesterol LDL y a otros factores de riesgo —aun con niveles aparentemente normales— aumenta la presencia de ateroesclerosis subclínica. Es decir, placas visibles en estudios de imagen aunque la persona se sienta completamente bien.

La revista Atherosclerosis también destaca que los cambios vasculares tempranos detectados mediante ultrasonido en adultos jóvenes predicen el riesgo cardiovascular futuro, demostrando que el daño empieza mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas.

Señales de alarma cuando la arterioesclerosis ya causa daño

Cuando el endurecimiento o la placa ya afectan el flujo sanguíneo, las manifestaciones dependen del sitio afectado:

En el corazón (arterias coronarias)

Dolor u opresión en el pecho al hacer esfuerzo o bajo estrés (angina).

Falta de aire o cansancio desproporcionado.

Estas señales indican que el corazón recibe menos oxígeno.

En el cerebro (carótidas o arterias cerebrales)

Debilidad repentina en un lado del cuerpo.

Problemas para hablar, ver o mantener el equilibrio.

Pérdida súbita de visión o desviación de la boca.

Estos síntomas pueden ser un evento vascular cerebral (EVC) o un aviso previo.

En las piernas (enfermedad arterial periférica)

Dolor o calambres al caminar que desaparecen al descansar (claudicación).

Pies fríos, entumecimiento o cambios de coloración.

Heridas que no cicatrizan.

Las guías de AHA/ACC explican que esta enfermedad es una expresión de ateroesclerosis y se relaciona con mayor riesgo de infarto, EVC y amputación si no se trata.

Factores que aceleran el estrechamiento de las arterias

Los elementos que más favorecen la progresión del daño arterial son:

Colesterol LDL elevado.

Hipertensión.

Diabetes o prediabetes.

Tabaquismo.

Obesidad y falta de actividad física.

Consumo frecuente de grasas saturadas/trans y azúcares.

La exposición acumulada al colesterol LDL a lo largo de la vida es tan importante como el valor de un análisis individual.

¿Se puede frenar la arterioesclerosis?

No siempre es posible revertirla totalmente, pero sí se puede detener su avance y disminuir el riesgo de complicaciones si se actúa a tiempo.

Estudios básicos para detectar riesgo

Control regular de la presión arterial.

Perfil de lípidos (colesterol total, LDL, HDL y triglicéridos).

Glucosa en ayuno o HbA1c para evaluar diabetes.

Cambios que más impacto tienen

El NIH recomienda un conjunto de medidas con evidencia sólida para prevenir o ralentizar la ateroesclerosis:

Dejar de fumar (la medida más efectiva).

Realizar ejercicio aeróbico de manera regular.

Seguir una alimentación cardioprotectora (tipo mediterránea, baja en grasas trans y ultraprocesados).

Reducir peso en caso de obesidad.

Control estricto de la presión y la glucosa.

Tratamiento cuando es necesario

En personas con alto riesgo o con enfermedad ya establecida, los medicamentos para reducir LDL (estatinas), controlar la presión o tratar la diabetes disminuyen notablemente la probabilidad de infarto y EVC. Los especialistas subrayan que el tratamiento temprano mejora el pronóstico incluso sin síntomas.

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