Sin embargo, el frío, los espacios cerrados y el ritmo diferente de esta época pueden traer desafíos para la salud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Mayo Clinic y otras entidades internacionales, existen pequeñas acciones diarias que ayudan a vivir el invierno de manera saludable y disfrutar al máximo cada encuentro y actividad.
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Higiene personal y prevención de contagios
Lavarse las manos con agua y jabón durante al menos 40 segundos al volver a casa, antes de comer y después de toser o estornudar es esencial para evitar infecciones respiratorias y gastrointestinales, como indica la OMS. También es importante cubrirse la boca y nariz con el codo flexionado o un pañuelo descartable al toser o estornudar y desecharlo enseguida. Evitar tocarse la cara y no compartir utensilios o botellas es clave, especialmente en reuniones.
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Ventilación y ambientes saludables
Renovar el aire en los espacios, aunque haga frío, disminuye la concentración de gérmenes y mejora la calidad del aire. Se recomienda abrir ventanas, limpiar las superficies que se tocan con frecuencia, evitar aglomeraciones y no permitir humo de tabaco en el lugar. Además, es fundamental usar la calefacción de forma segura: ventilar aun cuando haya estufas encendidas, revisar los artefactos de gas y evitar braseros o equipos sin salida al exterior para prevenir intoxicaciones por monóxido de carbono, como advierte el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
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Abrigo adecuado y planificación frente al frío
Vestirse con varias capas de ropa holgada y térmica, junto con gorros, bufandas, guantes y medias gruesas, protege del frío y previene enfermedades típicas de la temporada. Es vital cubrir cabeza, cuello, manos y pies, y cambiar rápido la ropa mojada o húmeda. Usar calzado antideslizante y caminar con cuidado reduce el riesgo de caídas. Limitar las salidas en días muy fríos y consultar el pronóstico del tiempo son otras recomendaciones importantes.
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Alimentación e hidratación constante
Consumir frutas, verduras, granos enteros y alimentos ricos en vitaminas y minerales fortalece el sistema inmunológico. Beber agua durante todo el día, incluso sin tener sed, y moderar el consumo de alcohol o bebidas azucaradas ayuda a evitar la deshidratación. Expertos resaltan que una dieta variada junto con una buena hidratación son claves para protegerse de las enfermedades de invierno.
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Descanso, control del estrés y actividad física
Dormir bien, mantener horarios regulares y dedicar tiempo a la relajación contribuye a mantener un buen estado de ánimo y defensas fuertes. Realizar ejercicios de manera habitual, ya sea en espacios cerrados o al aire libre con la ropa adecuada, beneficia tanto al cuerpo como a la mente. La Mayo Clinic enfatiza la importancia de no descuidar ni el descanso ni la actividad física durante el invierno.
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Vacunación y prevención de enfermedades respiratorias
Tener el esquema de vacunas actualizado, especialmente la antigripal, es fundamental. Consultar al médico ayuda a reforzar la protección en grupos vulnerables y a recibir indicaciones sobre posibles refuerzos.
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Atención responsable a los síntomas y evitar la automedicación
Ante signos como fiebre, cansancio, tos persistente, dificultad para respirar o malestar general, es crucial no automedicarse y acudir pronto a profesionales de la salud. El autodiagnóstico puede ocultar problemas más serios y complicar la recuperación. En niños pequeños y adultos mayores, hay que estar atentos a dificultades para comer o dormir.
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Seguridad en viajes y actividades recreativas
Al desplazarse, conviene elegir medios de transporte y alojamientos bien ventilados, llevar un botiquín básico, ropa extra, mantas y agua, y conocer dónde están los centros de salud en el destino. Para niños o personas con mayor vulnerabilidad, se recomienda abrigarlos bien y mantenerlos alejados de personas enfermas, para reducir el riesgo de contagios.