Zanja impide paso vehicular en la colonia González y riesgo
La problemática se encuentra en la calle General Treviño entre Doctor Coss y Mina en la colonia González

Una Esta vialidad, de alta circulación, conecta un flujo importante de tránsito proveniente del cruce internacional número dos de Eagle Pass, que busca incorporarse hacia la Avenida Carranza, una de las principales arterias de la ciudad. La interrupción repentina del camino, sin ningún aviso formal o señalización preventiva, ha dejado a los conductores literalmente en el aire al toparse de frente con la obra inconclusa.
El problema no solo radica en la obstrucción total de la calle, sino en las condiciones peligrosas en las que fue dejado el sitio. La zanja, de considerable profundidad y extensión, representa un verdadero foco de riesgo para vehículos, motociclistas y transeúntes que, sin la advertencia adecuada, podrían sufrir accidentes graves. Lejos de contar con señalamientos oficiales, iluminación preventiva o elementos de seguridad vial, lo único que fue colocado metros antes de la excavación fue un improvisado maniquí vestido con prendas que simulan a un trabajador de obra, lo que más allá de advertir genera confusión y desconcierto.
La falta de medidas mínimas de seguridad, como barreras, cintas de precaución, letreros de advertencia o desvíos señalizados, convierte el escenario en un ejemplo palpable de descuido urbano, donde la vida y seguridad de las personas parecen estar en segundo plano frente a la improvisación de obras públicas iniciadas sin orden ni responsabilidad.
Más allá de la evidente afectación en la movilidad de quienes viven o circulan por la zona, el abandono visible de la obra refleja una problemática recurrente en múltiples sectores de la ciudad: calles abiertas por supuestas reparaciones que tardan semanas —incluso meses— en concluir, dejando tras de sí no solo daños materiales sino una sensación generalizada de hartazgo social.
Queda claro que el problema de fondo no es únicamente una zanja, sino la desorganización crónica que persiste en la ejecución de trabajos públicos, donde la planificación brilla por su ausencia y el respeto por los ciudadanos también. Es una muestra más del deterioro de la cultura urbana y la falta de sensibilidad en el manejo de espacios públicos.
Esta situación no solo altera el tránsito local, sino que además fuerza a los automovilistas a buscar rutas alternas que, en muchos casos, también se encuentran en condiciones precarias, generando un efecto dominó de congestión y molestia ciudadana. Incluso para quienes conocen la zona, sortear este tipo de obstáculos se convierte en una odisea diaria. Para los foráneos o turistas, que suelen transitar esta ruta proveniente del cruce fronterizo, el panorama no es más alentador: calles sin salida, nula información, y cero orientación vial.
Lo más alarmante es que este tipo de casos se repite una y otra vez en distintos puntos de la ciudad, normalizando una situación que no debería ser aceptable bajo ningún estándar. Las zanjas abiertas sin terminar, los trabajos inconclusos y la negligencia en las medidas preventivas no pueden seguir siendo parte del paisaje cotidiano.
Más allá del malestar evidente que genera en la población, este tipo de omisiones podría tener consecuencias fatales. Un peatón que transita de noche sin iluminación adecuada podría caer en la zanja; un motociclista sin advertencia podría impactarse; un vehículo podría averiarse seriamente, o peor aún, causar un accidente mayor. Todo por falta de responsabilidad en la ejecución y señalización de una obra pública.
Por si fuera poco, la ausencia de vigilancia en el sitio permite que algunos niños y jóvenes se acerquen a curiosear, convirtiendo el punto en un doble riesgo: uno físico, por las condiciones del terreno, y otro social, por la total indefensión de quienes habitan cerca de una obra abierta sin control.
Resulta inadmisible que en pleno 2025 se sigan permitiendo este tipo de escenarios en colonias densamente pobladas, donde la ciudadanía no solo paga sus impuestos, sino que además muestra una constante disposición a mejorar su entorno. Es precisamente esa ciudadanía la que merece obras bien ejecutadas, seguras, con planificación clara y con tiempos razonables de intervención.
Al final del día, más que una calle bloqueada, lo que refleja esta zanja en la colonia González es una profunda herida en la confianza ciudadana hacia la manera en que se gestiona el espacio público. Una herida que sigue abierta, como la zanja misma, esperando ser atendida no solo con concreto, sino con voluntad, responsabilidad y respeto por quienes habitan y transitan esta ciudad.
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