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Una historia del Comandante H

Héctor de Mauleón
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El nombre de Hernán Bermúdez Requena, el exsecretario de seguridad pública de Adán Augusto López que huyó del país el pasado 26 de enero y sobre el que la Interpol ha emitido una ficha roja, llegó a la prensa nacional hace 19 años, envuelto en un escándalo que hasta la fecha no ha sido aclarado.

El 26 de mayo de 2006, hombres vestidos de negro y con chalecos de la Agencia Federal de Inteligencia iniciaron en distintos lugares de Villahermosa, Tabasco, una serie de aprehensiones. En un ejido detuvieron a un hombre llamado Antonio Magaña. Más tarde subieron a la camioneta Cherokee en que se desplazaban al ganadero Ponciano Vázquez Lagunes, hermano del poderoso priista, más tarde panista y luego aliado de la Coalición por el Bien de Todos, Cirilo Vázquez, conocido como El Cacique del Sur.

Antes de ingresar al rancho del que se llevaron a tres personas más, los supuestos agentes de la AFI fueron detenidos por agentes de Seguridad Pública de Tabasco, que los dejaron ir cuando presentaron credenciales que los identificaban como elementos de la entonces Procuraduría General de la República.

Dos semanas más tarde, los cadáveres de esas cinco personas aparecieron destrozados por impactos de AK-47, y con tiro de gracia, dentro de una camioneta Durango abandonada en la carretera Huimanguillo-Chontalpa.

Había indicios de que a la familia del cacique político y ganadero le habían exigido 20 millones de pesos por la liberación de Ponciano. La familia no había presentado denuncia ante las autoridades. Había preferido negociar con los hombres de negro, que por esos días se hallaban muy activos en Tabasco: el 12 de julio, un comando con chalecos y gorras de la AFI remató en el hospital donde se reponía de un atentado a Carlos Mario de la Cruz, El Katty, sobrino del narcotraficante Ramón Alcides Magaña. El 16, otro supuesto comando de la AFI se enfrentó con policías municipales en Cunduacán: pretendían liberar a uno de los jefes fundadores de Los Zetas, Mateo Díaz López, El Comandante Mateo. El saldo fue de dos muertos.

Tras la ejecución de Ponciano Vázquez Lagunes, su hermano, El Cacique del Sur, entregó a la prensa tabasqueña y a la revista Proceso el casete que contenía la áspera conversación que había sostenido por teléfono con Hernán Bermúdez Requena, entonces subsecretario de Protección Civil, Prevención y Readaptación Social en la administración priista de Manuel Andrade.

De la conversación se desprende que Bermúdez Requena le había recomendado negociar, que le había asegurado que su hermano estaba bien, que había hablado con él en la Ciudad de México, que su detención se trataba de un asunto político:

“¿Por qué nunca fueron a Soriana a solicitar el casete de la grabación… por qué la policía de Tabasco los dejó ir?… Solo hay desconfianza en el gobierno de Tabasco… Aquí es gente involucrada con ustedes”.

“Eso me lo preguntas ahorita y no te puedo contestar muchas cosas, pero de que el gobierno está preocupado por la situación no tengas la menor duda”, respondió Bermúdez. Agregó: “No estaba a mi alcance la situación”.

Siguió el diálogo:

“Yo me acuerdo lo que me dijiste, Hernán, me dijiste que era una cuestión de Estado, que era un apretón para mí….

“Lo que quiero decirte, que es algo importante, ya no me tienes confianza, ya me la perdiste…

“Cómo no te la voy a perder, si matan a mi hermano y tú dices que él está bien cien por ciento, que lo tiene la SIEDO, cómo voy a confiar en ti… Después de un hecho como este, ¿confiarías en una persona cuando te dicen una cosa y es otra? Eso me dijiste. Te tengo grabado…”.

El funcionario reclamó:

“Que mañana vas a sacar los videos... Crees que con eso me van a investigar, ojalá lo hagan”.

Bermúdez Requena fue detenido días más tarde en el Hotel Camino Real, cuando justamente se hallaba reunido con El Cacique del Sur y un grupo de políticos. Solo permaneció once días arraigado. La PGR argumentó que no existían pruebas en su contra.

Cinco meses más tarde, al salir Vázquez Lagunes en compañía de su suegro de un partido de beisbol en el que había jugado un equipo de su propiedad, dos camionetas con placas de Tabasco se le emparejaron. Los peritos contaron en su cuerpo 12 impactos de bala; en el de su suegro, 11. Murieron también los tres municipales que lo escoltaban.

Ese día había circulado un código entre elementos policiacos para que no se acercaran al sitio donde más tarde ocurrieron estos hechos.

Ni el crimen de Cirilo Vázquez, el cacique que controlaba el sur de Veracruz en la región limítrofe con Tabasco, ni el de su hermano, fueron resueltos.

En 2019, al nombrarlo secretario de seguridad de Tabasco, Adán Augusto López expresó: “Es el perfil que necesita Tabasco”. Para entonces, el Ejército lo había ubicado como el Comandante H, líder de La Barredora y jefe de una red de extorsión, narcotráfico, tráfico de personas y tráfico de huachicol.

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Como director de la UIF, en los cuatro años que ocupó ese cargo, nunca investigó ni documentó ningún tema de lavado de dinero, delincuencia organizada o narcotráfico de los principales cárteles mexicanos o de algún otro personaje político o empresarial involucrado en esos temas, -- leer más

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