El Tiempo de Monclova

Piedras Negras Monclova Piedras Negras Carbonífera Saltillo Torreón Seguridad

Siguen los despidos, ahora le tocó al sub gerente operativo del SIMAS Ricardo Aguirre 

Con el despido del subgerente operativo suman tres bajas de relevancia en la para municipal

Siguen los despidos, ahora le tocó al sub gerente operativo del SIMAS Ricardo Aguirre : Con el despido del subgerente operativo suman tres bajas de relevancia en la para municipal
José Gaytán
comparte facebook comparte X comparte WhatsApp comparte Telegram

El Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento (SIMAS) de Piedras Negras se ve nuevamente envuelto en una sacudida interna. Ricardo Aguirre Flores, quien se desempeñaba como subgerente operativo de la paramunicipal, fue notificado de su despido, sumando así tres cambios significativos en la estructura del organismo en tan solo dos meses.

Este movimiento no es un hecho aislado. Es parte de una secuencia de modificaciones que, lejos de obedecer a una lógica de mejora institucional, parecen estar marcadas por el desorden, la improvisación y la ausencia de una dirección clara dentro del órgano encargado de administrar uno de los servicios más vitales para la población: el suministro de agua potable y el tratamiento de aguas residuales.

Un organismo en crisis

El caso de Aguirre Flores representa la punta del iceberg de una crisis que se ha venido gestando en las entrañas del SIMAS. La salida de funcionarios, las renuncias y los despidos hablan de una estructura fracturada, donde los relevos en los cargos no responden a una estrategia de fortalecimiento institucional, sino a la necesidad de contener los efectos de una cadena de errores y omisiones administrativas.

Basta recordar que el 1 de mayo se consumó el primer cambio en esta seguidilla de movimientos internos. Ese día fue despedida Lizeth Cristina Salas Valenzuela, quien ocupaba la subgerencia administrativa. En su lugar fue nombrada Elvia Raquel Gómez Peña como encargada de despacho. Esta sustitución ocurrió tras la aprobación del Consejo Directivo del SIMAS en una sesión que reveló presuntas irregularidades en las funciones ejercidas por la comisaria del organismo.

Poco después, el 16 de mayo, la entonces comisaria María Dolores García García presentó su renuncia al cargo, justo días después de un informe interno que detallaba un conjunto de anomalías en los procedimientos administrativos: comprobaciones cuestionables de viáticos, gastos sin justificación y adquisiciones hechas a proveedores no registrados oficialmente. La magnitud de las inconsistencias levantó suspicacias, dejando a la vista una gestión contaminada por la falta de control y transparencia.

Fragilidad en la operación y efectos sociales

En este contexto, el despido de Ricardo Aguirre se convierte en una pieza más dentro del rompecabezas de un organismo que enfrenta severos cuestionamientos públicos, tanto por su desempeño técnico como por su responsabilidad social. La subgerencia operativa es el área encargada de garantizar el funcionamiento cotidiano del sistema de distribución de agua, así como del mantenimiento de infraestructura crítica para la ciudad. Su estabilidad no solo es deseable: es indispensable para evitar colapsos en el servicio.

Sin embargo, con su salida, se profundiza la incertidumbre operativa. ¿Quién garantiza que los planes de mantenimiento y rehabilitación continúen de forma adecuada? ¿Qué ocurre con los proyectos que estaban en curso? ¿Existe una evaluación técnica real detrás de estos cambios o se trata simplemente de un reacomodo político-administrativo sin visión a largo plazo?

La respuesta parece inclinarse hacia lo segundo. En lugar de robustecer una institución clave, se están desmantelando los cimientos de la gestión técnica, afectando no solo la eficiencia interna, sino la relación con los usuarios, quienes día a día exigen un servicio que —según múltiples quejas ciudadanas recientes— presenta deficiencias constantes en distintas colonias de la ciudad, desde baja presión hasta cortes prolongados.

Un organismo sin brújula

Más allá de los nombres, lo que realmente debería preocupar es el modelo de gestión que se reproduce en el interior del SIMAS. La constante rotación de funcionarios no solo desestabiliza la operación, sino que también genera un clima laboral hostil, donde reina la desconfianza y la incertidumbre entre el personal. La falta de continuidad en los equipos de trabajo afecta la planeación, los procesos de ejecución y la posibilidad de implementar políticas sostenibles de manejo del agua.

Lo que se percibe es un organismo sin brújula, sin liderazgo técnico sólido y sin compromiso con la rendición de cuentas. En lugar de promover una cultura de resultados y mejora continua, se recurre a los despidos como mecanismo de control y contención, sin transparentar las causas reales, sin establecer responsabilidades concretas, y sin ofrecer soluciones de fondo.

La acumulación de irregularidades no puede seguir siendo respondida con salidas individuales o relevos tácticos. Es necesaria una auditoría profunda e independiente que permita esclarecer si detrás de estos movimientos existe una estructura de corrupción o simplemente una cadena de negligencias graves. Lo que está en juego no es solo la estabilidad del SIMAS, sino la salubridad, calidad de vida y derecho al agua de miles de personas.

El costo de la improvisación

La gestión del agua no puede dejarse al vaivén de los intereses políticos ni a decisiones de escritorio tomadas a espaldas de la ciudadanía. Piedras Negras necesita un organismo operador del agua eficiente, profesional y éticamente responsable, capaz de enfrentar los retos del presente y del futuro: desde el abastecimiento durante temporadas de sequía, hasta el tratamiento adecuado de aguas residuales.

Cada cambio en el organigrama, cada despido sin explicación, cada renuncia derivada de presiones internas o conflictos oscuros, cuesta tiempo, recursos y credibilidad. Lo que se requiere no es un reacomodo cosmético, sino una reforma integral del sistema de aguas, una limpieza real y profunda que inicie no con castigos silenciosos, sino con diagnósticos transparentes y acciones correctivas con base técnica y no política.

Conclusión

La salida de Ricardo Aguirre Flores del SIMAS no es simplemente el final de un ciclo laboral. Es el síntoma más reciente de una institución atrapada en su propia ineficacia, donde los cambios de personal no responden a un proyecto de mejora, sino a una cadena de crisis mal administradas. En este escenario, la ciudadanía es la gran perjudicada: sin claridad, sin información y con un servicio que, en muchos casos, sigue fallando.

Si el SIMAS no se reforma desde sus raíces, la acumulación de errores continuará, los problemas técnicos crecerán y el descontento social se profundizará. Es momento de exigir cuentas claras, diagnósticos públicos y una visión de gestión del agua que no se base en la improvisación, sino en la responsabilidad institucional que una ciudad como Piedras Negras necesita y merece.

comentar nota

Noticias del tema


    Más leído en la semana