'Ser mujer policía es cuidar vidas y dar esperanza'

“Ser mujer y ser policía no es un reto, es un honor. Porque proteger, servir y defender también se hace con el corazón”.
Hablar de valentía no siempre implica enfrentarse a los peligros más visibles. A veces, el verdadero coraje se encuentra en tender la mano, en ofrecer consuelo, en ser la voz que rompe el silencio. En un país donde muchas mujeres aún viven bajo la sombra del miedo y la violencia, hay personas que deciden alzar la voz y ponerse del lado de quienes más lo necesitan. Ana Wendolee Iruegas Villarreal es una de esas mujeres.
Su historia es la de alguien que no se conformó con mirar de lejos la realidad. Antes de vestir el uniforme policial, su vocación la llevó a los pasillos de un hospital, donde, como enfermera, fue testigo del sufrimiento de muchas mujeres víctimas de violencia. Allí, aprendió que las heridas del cuerpo sanan, pero las del alma requieren algo más: acompañamiento, escucha, empatía y, sobre todo, acción.
Hoy, como miembro y rostro de la Policía Violeta, Ana Wendolee representa mucho más que un uniforme. Representa esperanza, protección y la promesa de que ninguna mujer tiene que caminar sola ni vivir con miedo. Su historia nos recuerda que ser mujer no limita, sino que fortalece. Que el deseo de servir y proteger puede venir del corazón más sensible y convertirse en el motor de un cambio real.
A lo largo de esta entrevista, descubriremos la fuerza, la sensibilidad y el compromiso que hay detrás de su mirada, sus palabras y su labor diaria en favor de las mujeres de Ciudad Frontera. Porque cada historia como la suya nos recuerda que hay luz incluso en los caminos más oscuros, y que hay personas dispuestas a ser esa luz.
¿Cuántos años lleva trabajando como policía y cómo fue que decidió dedicarse a esta profesión? “Llevo tres años trabajando en Seguridad Pública. Siempre sentí admiración por esta profesión y cuando se presentó la oportunidad de formar parte, no lo dudé. Invertí todo mi tiempo y esfuerzo para lograr estar donde estoy hoy”.
¿Qué la motivó específicamente a integrarse al grupo de la Policía Violeta, enfocado en la atención a mujeres víctimas de violencia? “Antes de ser policía, mi profesión era la enfermería. En ese ámbito, atendí a varias pacientes que fueron víctimas de violencia. Las acompañábamos, las escuchábamos y les brindábamos apoyo. Ahora, desde la Policía Violeta, mi objetivo es prevenir, en la medida de lo posible, que cualquier mujer llegue a un estado crítico a causa de la violencia. Busco asesorarlas, informarles sobre los tipos de violencia que existen y compartir los números de emergencia para que puedan denunciar”.
Antes de ser policía, ¿se imaginaba en este tipo de trabajo o tenía otros planes profesionales? “Son pocas las mujeres que sueñan con formar parte de un agrupamiento policiaco. En lo personal, mi vida era la enfermería, pero ese sueño de ser oficial siempre estuvo presente. Vi la oportunidad y no la desaproveché. Me esforcé al máximo para estar aquí”.
¿Qué significa para usted formar parte de la Policía Violeta y qué representa esta labor para las mujeres de Ciudad Frontera? “Para mí, encabezar la Policía Violeta es un privilegio, pero también una gran responsabilidad. Me compromete a brindar la mejor atención posible a las mujeres en situación de violencia, orientarlas en sus procesos legales y estar disponible para ellas las 24 horas del día”.
¿Cuál ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado en el desempeño de su labor dentro de este grupo especializado? “Uno de los mayores retos es ver cómo los menores sufren las consecuencias de los conflictos de sus padres. Los traumas psicológicos que pueden desarrollar a raíz de la violencia familiar me conmueven profundamente y me motivan a querer ayudarles aún más”.
¿Qué mensaje le, daría a otras mujeres que sueñan con ser policías o que sienten miedo de denunciar situaciones de violencia? “A las mujeres que sueñan con ser policías les diría que el cielo es el límite, que todo esfuerzo vale la pena y que ser mujer no nos limita para cumplir nuestras metas, aunque a veces cueste más tiempo. A las mujeres que tienen miedo de denunciar, quiero recordarles que no están solas. El grupo de Policía Violeta está para ayudarlas. Como policías y como parte de la seguridad pública, trabajamos para crear un entorno libre y seguro, en el que cada mujer pueda caminar con la certeza de que no será lastimada, acosada ni violentada”.
¿Cree que ha cambiado la percepción de la sociedad sobre las mujeres en las corporaciones de seguridad? ¿Qué falta por mejorar? “Afortunadamente, la aceptación hacia las mujeres policías ha sido muy buena. No nos menosprecian, al contrario, se reconoce nuestro trabajo, esfuerzo, responsabilidad y habilidades. Muchas de nosotras somos madres trabajadoras, dejamos a nuestros hijos en estancias infantiles para salir a proteger a la ciudadanía. Nuestra labor se valora al cien por ciento”.
En lo personal, ¿cómo compagina su vida familiar o personal con el exigente trabajo que realiza día a día como oficial? “No es fácil, pero tampoco imposible. He llegado hasta aquí gracias al apoyo incondicional de mi familia, que nunca me dejó sola. Mi mayor motivación es mi hija, que, aunque no pasamos todo el tiempo que quisiera juntas, reconoce y valora el trabajo de su madre. Me llena de orgullo escucharla decir que su mamá es policía. Eso me recuerda que todo sacrificio vale la pena y que siempre haré mi trabajo pensando en su bienestar”.
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