Rituales de Año Nuevo reflejan creencias y dinámicas sociales en el norte

En Piedras Negras y municipios del norte de Coahuila, los rituales de fin de año continúan formando parte de las prácticas sociales con las que la población recibe el Año Nuevo. Desde costumbres simbólicas hasta la compra de artículos específicos, estas tradiciones reflejan creencias, expectativas económicas y dinámicas culturales vigentes en la región.

Tradiciones que se repiten cada diciembre

Con la llegada del 31 de diciembre, un 80%, parte significativa de la población en el norte de Coahuila recurre a rituales asociados al cierre de ciclo y al inicio de un nuevo año. Entre los más comunes se encuentran el uso de ropa interior de colores, la limpieza del hogar, el consumo de lentejas, el uso de velas y la tradicional salida con maletas tras las campanadas de medianoche.

Estas prácticas, de carácter popular y simbólico, no responden a una religión específica, aunque en algunos casos integran elementos de creencias católicas o esotéricas. El uso de ropa interior roja o amarilla es una de las costumbres más extendidas, vinculada socialmente con el deseo de atraer amor o estabilidad económica. Comer lentejas o guardarlas en la cartera es otra acción recurrente relacionada con la abundancia.

La limpieza previa al Año Nuevo, especialmente barrer de adentro hacia afuera, es interpretada como una forma de cerrar ciclos y dejar atrás lo negativo. A esta práctica se suma el uso de incienso o sahumerios, adquiridos principalmente en mercados y tiendas especializadas. Asimismo, salir con una maleta a la calle se mantiene como un ritual asociado al deseo de viajar durante el año entrante.

Aunque estas acciones no cuentan con mediciones oficiales, especialistas y comerciantes coinciden en que una mayoría de las familias realiza al menos un ritual cada fin de año, ya sea por tradición, costumbre familiar o expectativa personal.

Impacto económico y consumo local

La permanencia de estos rituales también se refleja en el comportamiento del consumo durante diciembre. Mercados tradicionales, tiendas naturistas y comercios de artículos diversos reportan un incremento en la venta de productos relacionados con estas prácticas. Entre los artículos más demandados se encuentran veladoras de colores, sahumerios, lociones, lentejas y ropa interior específica.

Los precios de estos productos varían según el tipo y el lugar de compra. La ropa interior utilizada para estos rituales suele oscilar entre los 40 y 70 pesos, mientras que una bolsa de lentejas puede adquirirse por menos de 40 pesos. En el caso de los artículos esotéricos, algunos paquetes que incluyen varios elementos alcanzan costos superiores a los 400 pesos.

Este consumo no se limita a un sector social específico. De acuerdo con Tomasa, comerciante local, personas de distintos niveles económicos adquieren al menos un objeto o realizan alguna acción simbólica relacionada con el fin de año. En algunos casos, las prácticas se simplifican, pero no desaparecen.

Las tradiciones de fin de año mantienen su vigencia, aun en era digital. Durante diciembre, redes sociales como Facebook e Instagram amplifican estas costumbres mediante publicaciones, memes y recetas sobre rituales populares, lo que evidencia que las nuevas generaciones las conocen, aunque con un tono lúdico.

No obstante, la práctica continúa arraigada, especialmente en familias de perfil conservador, quienes las realizan como un acto de esperanza. Especialistas señalan que estos rituales cumplen una función social y emocional, al reforzar la convivencia familiar y canalizar expectativas positivas. Aunque el comercio ofrece paquetes y promociones, las creencias esenciales permanecen, consolidando prácticas como un fenómeno vigente.

Desde una perspectiva social, los rituales cumplen una función simbólica al ofrecer un sentido de control ante la incertidumbre económica o personal. Sin promover ni desacreditar estas creencias, especialistas señalan que forman parte del patrimonio cultural intangible que se transmite de generación en generación.

En el norte de Coahuila, los rituales de fin de año continúan presentes como una expresión colectiva que combina tradición, consumo y expectativas, manteniéndose vigentes en la vida cotidiana de la región.

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