San Juan de Matera: El monje rebelde que desafió al poder por fe.
En tiempos de guerras, cismas y corrupción eclesiástica, un joven del sur de Italia se atrevió a vivir el Evangelio con radicalidad. San Juan de Matera, nacido hacia el año 1070, renunció a los privilegios de su clase y eligió la pobreza, la oración y la justicia como estandartes. Su vida no fue fácil: enfrentó calumnias, cárcel y destierros. Pero su legado perdura en la Orden Pulsanense, una comunidad que fundó bajo los principios de austeridad, trabajo y contemplación. Hoy es venerado como santo y patrono de Matera, su ciudad natal.
Vida
Juan nació en Matera, una ciudad del sur de Italia, en el seno de una familia acomodada. Desde joven mostró inclinaciones espirituales y una profunda sensibilidad social. Estudió en la cercana Bari, donde fue influido por corrientes reformistas que buscaban una Iglesia más pura y menos aliada al poder feudal.
Disconforme con las estructuras eclesiásticas de su tiempo, Juan abandonó la carrera eclesiástica tradicional y se retiró como ermitaño. Vivió en varias regiones del sur de Italia, incluyendo Tarento y Calabria, enfrentando persecuciones por denunciar la corrupción del clero y por predicar sin autorización episcopal. Fue incluso encarcelado varias veces, acusado falsamente de herejía.
Obra
Su obra más significativa fue la fundación de la Orden de Pulsano en el Monte Gargano hacia 1128, inspirada en el espíritu benedictino pero con un énfasis más estricto en la vida ascética. La comunidad se expandió rápidamente por el sur de Italia y contribuyó a la renovación monástica de la época. Juan promovía una vida de oración, silencio, ayuno y trabajo manual, buscando el equilibrio entre lo espiritual y lo práctico.
A diferencia de otras órdenes, los monjes pulsanenses tenían un fuerte componente profético y evangélico, lo que los llevó a tener una relación crítica con el poder feudal y eclesiástico.
Patronazgo y legado
Juan murió el 20 de junio de 1139 y fue canonizado en 1177 por el papa Alejandro III. Es venerado como patrono de Matera, donde su figura representa la resistencia espiritual frente a la injusticia. Su vida inspira a quienes buscan una fe vivida con coherencia, sin concesiones al poder o a la comodidad.
Hoy, San Juan de Matera es recordado como un monje rebelde, pero también como un santo profundamente evangélico, cuya vida sigue interrogando a la Iglesia y al mundo.