Pueblo minero de Hércules lucha por sobrevivir al cierre de AHMSA

Hércules, antiguo pueblo minero en Coahuila, lucha por sobrevivir tras el cierre de AHMSA, dejando a cientos de familias sin empleo ni servicios.

Hércules, antiguo gigante minero en Coahuila, enfrenta el abandono tras la caída de AHMSA mientras cientos de familias intentan mantenerlo con vida.

Hércules, en el municipio de Sierra Mojada, Coahuila, vive desde hace casi tres años un acelerado vaciamiento luego del cierre de la mina de hierro de MINOSA, subsidiaria de AHMSA, que dejó al pueblo sin empleo, servicios y futuro, pero con una comunidad que se niega a abandonar su hogar.

Durante décadas, Hércules fue el principal motor económico del municipio de Sierra Mojada. Su auge comenzó en 1960, cuando MINOSA inició la explotación de un yacimiento que llegaría a tener 300 metros de profundidad, conectado por un ferroducto de 250 kilómetros con las siderúrgicas de Monclova. En torno a la mina surgieron viviendas, escuelas, clínica, espacios deportivos y una vida comunitaria sostenida por la actividad minera.

El apagón que marcó el inicio del éxodo

La crisis se agudizó en agosto de 2023, cuando la CFE cortó la energía debido a adeudos acumulados de la empresa. El pueblo quedó sin luz, agua potable y señal telefónica, lo que aceleró la salida de cientos de familias. Para entonces, los salarios ya llevaban meses suspendidos y los turnos se habían reducido. Las calles comenzaron a vaciarse hasta describirse como un lugar “casi fantasma”.

Los que se quedaron pese al silencio

Hoy permanecen en Hércules unas 305 familias, muchas de ellas adultos mayores y exempleados con enfermedades crónicas. Los generadores alimentados por diésel permiten mantener servicios básicos, aunque los cortes siguen siendo frecuentes. En medio del desierto, una red comunitaria sostiene al pueblo: apoyo con despensas, reparaciones, traslados y trabajos temporales con rancheros o comunidades menonitas de la región.

Educación y fe en medio de la incertidumbre

Las escuelas continúan abiertas a pesar de la disminución de alumnos. Maestros como Emanuel Macías han elegido quedarse para evitar el cierre definitivo. La iglesia católica y una iglesia cristiana siguen funcionando gracias a aportaciones modestas, organizando actividades que ayudan a mantener cohesión social y esperanza.

Memorias del auge y el golpe del cierre

Los habitantes más antiguos recuerdan cuando el pueblo tenía clínica con especialistas, cine-teatro, gimnasio, radio local y hasta pista de aterrizaje. Minutos antes del cierre total, muchos trabajadores continuaban con quincenas incompletas y promesas que nunca se cumplieron. Algunos aún dejan sus casas con muebles y ropa: un gesto de fe en que la mina volverá a operar.

La vida en el borde del desierto

A pesar de la crisis, Hércules conserva una cualidad única: la tranquilidad. El cielo nocturno, sin humo ni contaminación, revela constelaciones completas; entre ellas, la de Hércules, que según una versión habría inspirado el nombre del pueblo. En silencio profundo, la comunidad sigue resistiendo, aferrada a la posibilidad de recuperar la actividad que alguna vez lo convirtió en el centro minero más importante de la región.

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