Oyuki Villarreal: una vida dedicada a enseñar con el alma

Con el corazón apretado y entre palabras cargadas de afecto, este día se convirtió en una jornada de homenaje, no solo a una maestra, sino a una mujer que encarnó el verdadero significado de la vocación docente.

Oyuki Villarreal Flores, quien dejó una huella profunda en la educación de la región, fue recordada por cientos de personas que, en medio del luto, celebraron su vida.

En una ceremonia colmada de sentimientos encontrados, exalumnos, colegas y familiares se reunieron para despedir a quien por más de dos décadas sembró conocimiento, valores y esperanza en las aulas. La imagen de Oyuki no fue la de una simple profesora frente a un pizarrón, sino la de una guía, una segunda madre, una inspiración diaria para generaciones enteras.

Una infancia marcada por la disciplina y la curiosidad

Nacida en Monclova el 19 de septiembre de 1977, hija de Petrita Flores y Víctor Manuel Villarreal Rodríguez, Oyuki se distinguió desde pequeña por su inteligencia y firmeza. Su paso por instituciones como el kínder Dora González de Madero, la primaria Francisco I. Madero, la secundaria técnica número 39 y el CBTis No. 36 fue solo el preludio de una carrera que más tarde tomaría rumbo hacia una vida de entrega total a la enseñanza.

Una elección de vida: enseñar

Su formación profesional se consolidó en la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Coahuila, en Saltillo. Ahí, además de forjar su identidad como maestra, encontró el amor en su compañero de vida, el profesor Francisco José Martínez Bustos. Juntos construyeron una familia sólida y comprometida con la educación, siendo ejemplo de constancia y dedicación.

Desde el año 2000, Oyuki se volcó por completo a su labor educativa. Su andar la llevó a distintos puntos del estado, comenzando en Piedras Negras y continuando en San Buenaventura y Frontera. No fue solo una maestra que se adaptaba al entorno: fue una pieza clave en el nacimiento de nuevos planteles educativos, siempre con la mirada puesta en el futuro de los niños.

“Leopoldina por siempre”

Finalmente, Oyuki Villarreal encontró en la primaria Leopoldo Villarreal Cárdenas de Monclova su segundo hogar. Aquí, su entrega fue total: participó en concursos de alto nivel, lideró proyectos escolares y preparó alumnos para competencias como la Olimpiada del Conocimiento Infantil. Cada paso lo dio con la pasión que solo tienen aquellos que verdaderamente aman lo que hacen.

Quienes compartieron aula con ella la describen como una mujer alegre, generosa, exigente pero justa. Una aliada para sus colegas, una confidente para sus alumnos. Su frase de guerra —“Leopoldina por siempre”— no era una consigna escolar más, sino una muestra del profundo amor por su labor.

Madre, esposa, amiga y guía

Más allá de la escuela, Oyuki fue el centro de su familia. Su energía, fe y calidez marcaron la vida de sus hijos, Dhemirán Viel y Emmanuel, y de su esposo, con quienes compartió cada logro, cada desafío, cada instante. Para ellos, la pérdida trasciende lo físico: se va una figura irrepetible, pero queda una herencia de amor, enseñanzas y recuerdos imborrables.

Un adiós que celebra la vida

Durante el homenaje, no faltaron las lágrimas, pero tampoco las sonrisas al recordar anécdotas, gestos y frases que Oyuki solía compartir. Fue un adiós colectivo, pero también un acto de gratitud por haber tenido entre nosotros a una mujer que no solo enseñó a sumar y leer, sino a ser mejores personas.

Hoy, la comunidad educativa de Monclova reconoce que no todos los días se cruza uno con una maestra como Oyuki Villarreal Flores. Su legado no se borra con el tiempo, porque permanece en la memoria de quienes la escucharon, la vieron luchar por sus alumnos y la sintieron presente en cada rincón del aula.

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