Mega bache en la colonia Mundo Nuevo afecta la circulación
La problemática afecta en la posible reparación de la suspensión de las unidades que caen en el mega bache

En pleno corazón de la colonia Mundo Nuevo, sobre la transitada calle Padre de las Casas, justo a unos metros de su cruce con la calle Doctor Coss, se encuentra un gigantesco bache que desde hace tiempo ha dejado de ser una simple imperfección del pavimento para convertirse en un obstáculo cotidiano, una molestia persistente y un símbolo del deterioro urbano que afecta a Piedras Negras.
Este bache, de proporciones considerables, no solo representa un riesgo mecánico para los automovilistas que se ven obligados a maniobrar bruscamente para esquivarlo, sino que también ha comenzado a generar afectaciones más amplias en la dinámica de la zona: perjudica a los comercios cercanos, complica el tránsito local, daña vehículos y proyecta una imagen de abandono urbano que cala hondo entre quienes transitan diariamente por el sector.
Más que un bache, una trampa vial
Lejos de tratarse de un bache menor o pasajero, esta oquedad en el asfalto parece haber evolucionado sin control, expandiéndose con cada lluvia, cada paso de un vehículo pesado, cada día de negligencia acumulada. La profundidad y amplitud del bache lo convierten prácticamente en una trampa para los automovilistas, quienes, sin aviso alguno, se ven forzados a detenerse abruptamente o sortearlo con maniobras peligrosas que ponen en riesgo no solo la suspensión de sus vehículos, sino su propia seguridad.
Este tipo de condiciones viales no solo generan molestias. Son un reflejo claro del abandono que por momentos se percibe en la infraestructura urbana. Cada bache que permanece sin atención es un recordatorio de que los servicios públicos básicos, como el mantenimiento de calles, siguen siendo una deuda pendiente en muchas colonias de la ciudad.
Afectaciones en cadena
El impacto de este mega bache no se limita al ámbito vial. En su entorno inmediato se ubican varios negocios y una unidad de salud, todos ellos con alto flujo peatonal y vehicular. Para los comerciantes, la situación se traduce en una disminución del tránsito fluido, pues muchos automovilistas optan por evitar la calle y desviarse hacia otras rutas, generando una baja en la visibilidad y el acceso a sus establecimientos.
Los clientes, por su parte, deben sortear el obstáculo en condiciones que muchas veces son precarias, sobre todo en temporada de lluvias cuando el bache se llena de agua y oculta su profundidad real. El acceso a la unidad médica cercana también se ve afectado, dificultando la llegada de personas que acuden en busca de atención, algunas incluso en condiciones de emergencia o con movilidad reducida.
Este es un claro ejemplo de cómo una falla aparentemente menor en la infraestructura puede tener efectos en cadena que rebasan lo técnico y se extienden a lo económico, lo social y lo humano.
El deterioro como paisaje habitual
La presencia de baches en las calles de Piedras Negras se ha normalizado al punto de que ya no provocan sorpresa. De hecho, pareciera que en muchas colonias es más fácil señalar las calles que no tienen daños que aquellas que sí. Esta normalización del deterioro es preocupante, pues refleja una especie de resignación colectiva ante una problemática que debería ser atendida con urgencia.
El asfalto roto, los baches profundos, los bordes desmoronados y las fugas de agua que muchas veces los originan, forman parte del paisaje urbano. Pero este no debería ser el estándar. Las ciudades que aspiran a ofrecer calidad de vida deben empezar por lo básico: calles seguras, transitables y bien mantenidas. Cuando esto no ocurre, se genera un círculo vicioso de inconformidad, daño económico y desconfianza ciudadana.
Un bache como síntoma de algo más profundo
El mega bache en la colonia Mundo Nuevo no solo es un problema de infraestructura. Es también un síntoma de una ciudad que necesita repensar sus prioridades, en donde lo cotidiano —como el pavimento de una calle— se vuelve una fuente constante de molestia para sus habitantes. La falta de atención a este tipo de situaciones genera una sensación de abandono que alimenta la desafección de la población hacia sus autoridades y su entorno.
Cada bache sin reparar es, en cierto sentido, una herida abierta en la ciudad. Una muestra tangible de cómo lo urgente muchas veces deja de serlo hasta que se vuelve inevitable. El daño ya no es solo al concreto, sino al tejido social que depende de una ciudad funcional para realizar sus actividades diarias sin obstáculos innecesarios.
¿Hasta cuándo la tolerancia al deterioro?
Los habitantes de Piedras Negras conviven a diario con una serie de problemas urbanos que se acumulan con el paso del tiempo: alumbrado deficiente, drenajes colapsados, recolección de basura intermitente, y calles en mal estado. El bache de la calle Padre de las Casas es solo uno más en una larga lista, pero ha llamado la atención precisamente por su magnitud y su ubicación estratégica.
La pregunta que subyace es: ¿hasta cuándo se tolerará este tipo de situaciones sin exigir soluciones reales? La ciudadanía tiene derecho a calles seguras y transitables, a entornos urbanos dignos que no se vean afectados por la indiferencia o la burocracia. Mientras tanto, la vida continúa en torno a ese bache, con autos que frenan de golpe, peatones que lo rodean con precaución y comerciantes que cuentan los días en espera de que alguien, finalmente, decida actuar.
Porque no se trata solo de tapar un agujero en el asfalto, sino de reconstruir la confianza en que las ciudades pueden y deben funcionar para quienes las habitan. Hasta que eso no ocurra, el mega bache de Mundo Nuevo seguirá ahí: como obstáculo, como advertencia y como símbolo.
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