María José Cuevas: “Juan Gabriel era más poderoso que el mismo poder”

El 9 de mayo de 1990, Juan Gabriel apareció en el escenario del Palacio de Bellas Artes con un deslumbrante traje blanco, acompañado por la Orquesta Sinfónica Nacional y ovacionado por el público.
Aquella noche marcó un momento histórico: el día en que se borraron las fronteras entre la cultura popular y la alta cultura en México. Así lo relata María José Cuevas, directora de la serie documental Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero, que Netflix estrena este jueves a nivel mundial.
Sin embargo, la llegada del “Divo de Juárez” al máximo recinto cultural del país no fue sencilla. Cuando se anunció el concierto, varios sectores de la sociedad lo consideraron un “sacrilegio” y un acto “anticultural”. Cuevas explica que el rechazo del mundo intelectual hacia Juan Gabriel se debía a su origen mediático: “Muchos lo veían como un producto televisivo por su presencia en Siempre en domingo”. Para la directora, la figura del cantante resultaba inasignable a las categorías tradicionales: “Podía interpretar una balada con suéter rojo y jeans blancos, y en el siguiente momento cantar una ranchera con la misma pasión”.
La idea de presentarse en Bellas Artes nació de María de la Paz Arcaraz, mánager de Juan Gabriel e hija del compositor Luis Arcaraz. Fue ella quien gestionó los permisos con las autoridades culturales y políticas, apoyada por su relación con Cecilia Occelli, esposa del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari y gran admiradora del artista. Según Cuevas, este respaldo político fue clave, aunque sostiene que el talento del cantante terminó por imponerse: “Más allá de los favores desde Los Pinos, Juan Gabriel demostró que podía hacerlo y que su arte hablaba por sí solo”.
Pese a las resistencias —incluso del director de la Orquesta Sinfónica, que se negó a participar—, el concierto se llevó a cabo y se convirtió en una presentación legendaria.
El documental, dividido en cuatro episodios, muestra una faceta poco conocida del artista, cuyo verdadero nombre era Alberto Aguilera Valadez. Cuevas y su equipo trabajaron con un archivo personal proporcionado por la familia, que incluye más de 30,000 fotografías, 2,268 cintas y casi medio millón de archivos de audio, equivalentes a unos 390 terabytes de material digital. Entre ellos, destacan grabaciones caseras que el propio Juan Gabriel realizaba desde joven con una cámara Super 8, donde registraba su vida cotidiana.
Las imágenes muestran al hombre detrás del ídolo: celebraciones familiares, momentos con sus hijos y días comunes en casa. Cuevas confiesa que por momentos se sintieron “intrusos en su intimidad”, pero reconoce que esa dualidad entre Alberto Aguilera, el hombre, y Juan Gabriel, el personaje, es el corazón del relato: “Juan Gabriel era el escudo detrás del cual Alberto podía esconder su vulnerabilidad”.
La cineasta recuerda con especial cariño una grabación del 13 de mayo de 1990, un día después del último concierto en Bellas Artes: “Allí aparece Alberto, en shorts, jugando con sus hijos a los cojinazos. Era el contraste perfecto: después del triunfo monumental, volvía a ser simplemente él”.
El documental no elude los aspectos polémicos del artista. Cuevas asegura que la serie muestra tanto su genio como sus imperfecciones: “No quisimos hacer un retrato idealizado; era importante mostrar sus claroscuros, porque ningún ser humano es solo blanco o negro”. También aclaró que la familia del cantante no censuró nada y que aceptó con entusiasmo el resultado final.
Con esta producción, Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero ofrece una mirada profunda y humana al legado de uno de los artistas más icónicos de México.
ESPECTACULOS: ¿Extrañaron a Sidney? Fecha de estreno, reparto y tráiler de “Scream 7”
Ya se reveló el primer adelanto de Scream 7, cuya producción ha estado marcada por polémicas, incluyendo el despido de Melissa Barrera por sus comentarios en redes sobre el conflicto entre Israel y Hamás. El tráiler muestra un nuevo asesino Ghostface y la vuelta de Neve -- leer más
Noticias del tema