Luli Pampín pone a bailar y cantar a los niños... y a los papás

Dicen que todos llevamos un niño dentro, y los adultos que asistieron esta noche al show de Luli Pampín en la Ciudad de México dejaron salir al suyo. Por poco más de una hora se olvidaron del tráfico, el trabajo y las responsabilidades para disfrutar como niños.
El evento inició con un ligero retraso de 20 minutos y, aunque muchos ya están acostumbrados a este tipo de imprevistos, para quienes debutaban como público los minutos parecieron horas. Los más pequeños se movían en sus asientos, los vendedores aligeraban el ambiente con botanas y golosinas, y los padres revisaban de reojo el reloj. Pero bien valió la pena la espera.
Cuando las luces finalmente se apagaron y un destello rosa inundó la Arena CDMX, los cientos de vocecitas estallaron al unísono: "¡Luli, Luli, Luli!". En ese instante, y como por arte de magia, los minutos perdidos se desvanecieron y los más grandes se hicieron chicos, o al menos eso parecían por su emoción.
El espectáculo arrancó con "Bienvenidos", y con su característico entusiasmo, Luli saludó a las familias "lulipampineras" que acudieron a su llamado.
Desde el primer acorde, la energía se desbordó. Los niños coreaban cada palabra, pero lo que más llamaba la atención era ver a los padres (muchos disfrazados o con "tatuajes" de la argentina en el rostro) cantar, saltar y seguir las coreografías sin la menor vergüenza.
El show continuó con "¿Hola cómo están?", "Como lo hace mi conejo" y "Congelados" con el que el recinto se convirtió en un patio de juegos. Pero la primera pausa llegó y con ella Luli presentó a un nuevo personaje: Cancoro, un hombrecillo con el "corazón roto porque nunca recibió amor", explicó.
El escenario cambiaba constantemente: de repente el público estaba en un precioso jardín con "Me siento bien, me siento mal" y al segundo ya estaba en una clínica veterinaria para "A mi burro le duele la cabeza".
En cada transformación, los ojos de los pequeños brillaban tanto como las luces y las risas no se hacían esperar, sobre todo con cada aparición de Cancoro y es que, como explicó la argentina, la única manera de aliviar la tristeza era darle toda la felicidad que nunca tuvo a través de "risas y besos lulimpapineros".
La parte final del espectáculo llegó con "Camino por la selva", canción que Luli reveló es su favorita y en la que llevó a chicos y grandes a un safari, buscando monos que se columpiaban, elefantes que pisoteaban y hasta una manada de leones que rugían de diversión.
Antes de abandonar el escenario, Luli alzó la bandera de México y agradeció a cada uno de los asistentes por el recibimiento: "Gracias a este público tan hermoso, todo esto es por ustedes", dijo.
Y cuando todos pensaban que no habría nada más, la argentina sorprendió al revelar que, por tratarse de una fecha tan especial (2 de noviembre) incluiría un tema más:
"No puedo irme de aquí sin cantar esta canción. Admiro como es que ustedes convierten el dolor de la muerte en diversión", expresó antes de cantar "Día de muertos" junto a un par de catrinas que movían la columna, el cráneo y el peroné al compás de la música.
Cuando las luces se encendieron, el viaje terminó, pero más de uno salió convencido de que la magia y la imaginación no es cosa de niños: también le recuerda a los grandes que aún pueden divertirse como antes, sin vergüenza y sobre todo, sin medida.
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