Lo que se juega el embajador Esteban Moctezuma
Mario MaldonadoDespués de cuatro meses de un trabajo más que discreto con la administración de Donald Trump, el todavía embajador de México en los Estados Unidos, Esteban Moctezuma, reapareció para informar sobre el cabildeo que realiza con congresistas de ese país para evitar que se cumplan las amenazas de imponer un gravamen de 5% a las remesas de migrantes. También le dio el beneplácito al nuevo embajador estadounidense Ron Johnson, un coronel retirado, ex oficial de la CIA y ex miembro de las fuerzas especiales del ejército estadounidense, quien va a ejercer mucha presión sobre el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Moctezuma se juega el cargo con ambos temas, luego de su auto ratificación de finales de enero, en medio de rumores sobre su salida de la Embajada. Lo cierto es que para la Presidenta, y más aún para el canciller Juan Ramón de la Fuente, la permanencia de Moctezuma al frente de la Embajada de México en Estados Unidos no era el plan original; simplemente les ganó la coyuntura y la andanada de amenazas de Donald Trump contra México durante su campaña, la transición y al inicio de su gobierno.
“Moctezuma se quedó porque no había otra opción”, es la frase a la que suelen recurrir los cercanos a la Presidenta cuando se refieren al también exsecretario de Educación de la administración de Andrés Manuel López Obrador. Fue el expresidente tabasqueño quien lo colocó en esa posición en diciembre del 2020, convencido de que una figura de corte neoliberal sería la adecuada para tratar con la administración de Joe Biden, luego del radicalismo que se había experimentado con la primera administración de Trump.
Los cuatro años que duró Moctezuma como embajador de México en Estados Unidos transcurrieron sin pena ni gloria. El funcionario hizo patente su falta de experiencia diplomática. En contraste, su contraparte estadounidense en el país, Ken Salazar, tuvo una relación de extrema cercanía con el gobierno de López Obrador, al grado de considerarse un aliado, hasta que ésta se rompió cuando el diplomático expresó su desacuerdo con la reforma judicial propuesta por el gobierno morenista.
También ha trascendido que la relación de Esteban Moctezuma con el empresario Ricardo Salinas Pliego, su antiguo jefe, ya no es la mejor y, por decir lo menos, está en pausa. Por si fuera poco, el escenario político interno tampoco arroja argumentos para que Sheinbaum decida mantenerlo por mucho más tiempo en el cargo, especialmente porque la historia lo vincula con el expresidente Ernesto Zedillo, ahora considerado uno de los enemigos favoritos del gobierno federal, tras denunciar la imposición de un régimen autoritario.
El ahora diplomático fue titular de las secretarías de Desarrollo Social y de Gobernación durante el régimen zedillista, el cual, según dijo Sheinbaum el miércoles en su conferencia mañanera, en el 2000 pactó con Estados Unidos la entrega de la Presidencia de México al Partido Acción Nacional.
Por todas estas razones, perpetuar en la Embajada a Esteban Moctezuma suena incongruente, a menos que demuestre una amplia capacidad de cabildeo y logre echar por tierra la propuesta de poner impuestos a las remesas, además de que tenga cada vez un rol más protagónico en las estrategias de contención de Donald Trump contra México, aquellas en las que han estado participando intensamente el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, el titular de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, y el secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente.
En resumen, pese al pobre desempeño de Moctezuma, no se vislumbra un cambio en la Embajada de México en los Estados Unidos en el corto plazo, a menos de que la Presidenta quiera dar un golpe de timón en la relación bilateral. Como sea, son los secretarios de Estado y la propia Sheinbaum quienes llevan la relación directa con el gabinete de Trump.
Posdata
Este jueves, el embajador estadounidense Ronald Johnson llegó a México. Fue recibido por el jefe de la Unidad para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Roberto Velasco, en representación del canciller Juan Ramón de la Fuente, quien anda de gira en China, el país con el que Estados Unidos tiene un punzante pleito comercial.
Será el próximo lunes cuando entregue sus cartas credenciales a la presidenta Claudia Sheinbaum, quien dijo ayer que “va a platicar” con el diplomático y que le planteará una mayor colaboración, coordinación y una relación de respeto entre ambos países.
La llegada de Johnson al país, en sustitución de Ken Salazar, se da en uno de los momentos más ríspidos en la relación bilateral, en materia comercial, migratoria y de seguridad. Y a pesar de que un día previo a la toma de protesta de Trump, el 19 enero, se reunió con algunos empresarios mexicanos a los que les transmitió confianza y les prometió una buena relación, más bien se anticipan enfrentamientos.
Un estadounidense que se enamoró de México cuando fue embajador es Christopher Landau, actual subsecretario de Estado, quien aquella vez también prometió a los empresarios que habría un buen entendimiento. El asunto es que justamente en la secretaría que encabeza Marco Rubio es donde se siguen todas las investigaciones contra criminales mexicanos, la designación de terroristas a los narcotraficantes y también contra políticos del país. Y la última palabra, además, la tiene el presidente Trump.
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