La trama ruso-cubana del chino que se le escapó a México
Mario MaldonadoZhi Dong Zhang, mejor conocido como Brother Wang, fue detenido en Cuba tras tres meses de fuga que exhibieron al sistema de justicia mexicano. El ciudadano chino, considerado por agencias estadounidenses como uno de los principales enlaces financieros del Cártel de Sinaloa y del CJNG para el tráfico de fentanilo y el lavado de dinero, escapó de la vigilancia de la FGR pese a tener orden de resguardo domiciliario y medidas cautelares reforzadas.
Su evasión no fue solamente un descuido. La Fiscalía General de la República lo mantenía bajo custodia luego de que el juez Juan José Hernández Leyva, el mismo que ha liberado a varios operadores de alto perfil, le concediera un amparo que modificó su prisión preventiva por arresto domiciliario. Desde entonces, el expediente se convirtió en una bomba de tiempo. Las áreas de inteligencia advertían que el “chino del fentanilo” buscaba salir del país con ayuda de una red de protección judicial y funcionarios. En julio se fugó por un túnel desde una casa en el sur de la Ciudad de México.
Lo que siguió fue una carrera contrarreloj. Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, reactivó la coordinación con la DEA y la Interpol para localizarlo. En agosto, los servicios de inteligencia mexicanos confirmaron que Brother Wang había salido por Chiapas rumbo a Rusia, país que, de acuerdo con fuentes diplomáticas, lo rechazó y expulsó. Finalmente, el pasado 21 de octubre, la policía cubana lo detuvo en La Habana.
Pero la detención en la isla no borra el ridículo institucional de su fuga y el amparo concedido por un juez que dio pie a su escape. En sus resoluciones más recientes, el juez Juan José Hernández Leyva ha sido un nombre recurrente en casos polémicos. Ha instruido procesos de alto perfil como el de Jesús Murillo Karam, exprocurador general acusado de desaparición forzada y tortura en el caso Ayotzinapa; el de Gualberto Ramírez Gutiérrez, exjefe antisecuestros de la SEIDO implicado en delitos de tortura; el de Ismael Figueroa Flores, exlíder del sindicato de bomberos de la CDMX acusado de lavar más de 11 millones de pesos; y el de Simón Pedro de León Mojarro, excoordinador de delegaciones de SEDESOL señalado por contratos indebidos dentro de la “Estafa Maestra”. Ahora, el mismo juez aparece en el expediente del financiero chino que conecta los laboratorios de fentanilo en Sinaloa con las redes de lavado en Georgia y California.
El 13 de agosto anticipé que la fuga de Zhang estaba ligada a esa decisión judicial y que el juez Hernández Leyva sería investigado por haber ordenado el cambio de medida precautoria pese a existir una solicitud de extradición activa por fraude y lavado de dinero. En ese texto detallé también que la operación de extradiciones masivas hacia Estados Unidos —26 capos en un solo envío— llevaba el sello de Omar García Harfuch, quien en aquel momento ya fungía como enlace central del gobierno de Claudia Sheinbaum con el Departamento de Justicia, el FBI y la CIA.
En Washington reconocen el peso político y técnico de Harfuch en la interlocución con las agencias financieras y de seguridad. “Harfuch understands”, dicen en el Tesoro estadounidense. Y esa frase, repetida en voz baja entre funcionarios de ambos países, resume el nuevo papel del secretario de Seguridad: el de puente confiable entre la Casa Blanca y el gabinete de Sheinbaum.
La presidenta Sheinbaum pidió públicamente a Harfuch que informara sobre la captura en Cuba y reconoció la colaboración internacional. Sin embargo, dentro del gabinete se percibe el enojo de la mandataria, particularmente hacia el juez que abrió la puerta de la fuga. El expediente, de acuerdo con fuentes federales, ya está siendo revisado por el Consejo de la Judicatura.
En Estados Unidos, el nombre de Zhi Dong Zhang aparece como pieza clave en investigaciones de la DEA y el Departamento de Justicia sobre las llamadas “Chinese Money Laundering Organizations”, estructuras que intercambian dólares obtenidos del narco por yuanes de empresarios chinos que buscan evadir los controles de capital. Esas redes lavan miles de millones de dólares al año para los cárteles mexicanos. El Brother Wanger era, según los reportes, un mediador entre laboratorios de precursores químicos en Wuhan y los complejos de síntesis en Sinaloa y Michoacán.
La captura en Cuba abre una nueva fase: el gobierno estadounidense ya prepara su solicitud de extradición directa, mientras México intenta justificar cómo un detenido de alto perfil pudo escaparse con un simple amparo.
En Palacio Nacional se admite que el caso será una prueba de fuego. Si Zhang termina en manos de Estados Unidos, quedará clara la cooperación internacional; y si regresa a México, el desafío será demostrar que el país puede procesar a un personaje que encarna la alianza más perseguida por el gobierno de Donald Trump: la del fentanilo mexicano con el lavado chino.
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