La generosidad como camino a la vida eterna: mensaje del Padre Néstor Martínez

Padre Néstor reiteró que la generosidad debe integrarse en la vida cotidiana como un reflejo del amor de Dios.
Durante la misa dominical en la Parroquia Santiago Apóstol de Monclova, el Padre Néstor Martínez reflexionó sobre el valor de la generosidad y advirtió contra los peligros de la avaricia, resaltando que Jesús no vino a preparar al hombre para acumular riquezas en esta vida, sino para alcanzar la vida eterna.
Jesús y la herencia: un llamado a mirar más allá
El evangelio de este domingo mostró a Jesús respondiendo a un conflicto familiar sobre una herencia. Pero en lugar de intervenir, Jesús dejó claro que su misión no es resolver problemas terrenales, sino preparar a sus seguidores para la vida eterna. El Padre Néstor subrayó que el deseo de acumular bienes está presente desde la infancia, evidenciado en la resistencia natural de los niños a compartir sus juguetes. Desde ahí, explicó, comienza la tarea de los padres: enseñar a ser generosos. A lo largo de la vida, esa enseñanza se vuelve fundamental para vivir con plenitud espiritual.
El modelo judío

El sacerdote destacó el modelo financiero del pueblo judío, donde cada ingreso se distribuye en porcentajes asignados a necesidades básicas, inversión, ayuda a los necesitados y una parte para Dios, en forma de diezmo. Esta práctica, dijo, es una de las razones por las cuales es difícil encontrar a un judío pobre. En contraste, en muchas comunidades católicas, la ofrenda se percibe como opcional o secundaria. La clave, según el padre, es la organización y la generosidad consciente. De hecho, señaló que en algunas parroquias de Estados Unidos se entregan 54 sobres, uno por cada domingo del año, con el objetivo de fomentar el compromiso económico con la Iglesia y con Dios.
De la obligación a la gratitud: transformación espiritual
El testimonio de un feligrés que emigró a Estados Unidos ilustró cómo la percepción sobre el dar puede transformarse. Al principio, se resistía a los sobres semanales asignados por la parroquia, viéndolos como un acto de control. Pero al comparar el pago obligatorio de impuestos (que alcanzaba hasta $20 dólares en una despensa de $200) con la libertad de ofrendar a Dios, cambió su perspectiva. Comenzó a preparar su sobre con dedicación, colocándolo en un altar familiar. Así, el dar se convirtió en un acto de amor y gratitud, y, según relató, las bendiciones llegaron multiplicadas. “Dios me bendijo como no tiene idea”, le compartió al padre.
El verdadero tesoro: compartir lo que se tiene
Para concluir, el Padre Néstor reiteró que la generosidad debe integrarse en la vida cotidiana como un reflejo del amor de Dios, quien dio lo más valioso que tenía: a su propio Hijo. Rechazar la avaricia no es sólo un acto de virtud, sino una condición para vivir en plenitud y acercarse a la eternidad. En sus palabras, la generosidad transforma el corazón, rompe con el egoísmo natural y abre las puertas a una vida con propósito. El llamado fue claro: aprender a dar no sólo lo que sobra, sino lo que nace del reconocimiento de que todo lo que tenemos viene de Dios.
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