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La Entrevista con Viento Negro, gladiador de lucha libre

Descubre la pasión y legado de Viento Negro, el gladiador de Monclova que vive la lucha libre con entrega y respeto. Una tradición familiar se transforma en destino.

Entrevista
Mario Alemán
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'La lucha libre no solo se aprende, se vive, se siente y se respeta'

Desde el corazón de Monclova, donde la pasión por el deporte se vive intensamente y el esfuerzo se convierte en estilo de vida, surge la figura de “Viento Negro”, un luchador que ha sabido ganarse el cariño y respeto del público con su entrega dentro y fuera del cuadrilátero. Heredero de una historia familiar llena de tradición, este gladiador monclovense ha hecho de la lucha libre su destino y de su máscara, el reflejo más puro de su alma.

El nombre que porta no es casualidad ni simple elección; es un legado que nació del amor y la memoria de su padre, también luchador, quien le enseñó que el honor y la perseverancia valen más que cualquier triunfo momentáneo. Con el paso de los años, Viento Negro ha sabido darle vida propia al personaje, llenándolo de fuerza, disciplina y un profundo respeto por el deporte que lo vio crecer.

En esta entrevista, Viento Negro nos abre las puertas de su historia personal, compartiendo los momentos más duros, las alegrías más grandes y el sentimiento indescriptible que lo invade cada vez que escucha su nombre coreado por los aficionados. 

¿Cómo nació el nombre de “Viento Negro” y qué representa para ti dentro y fuera del ring?

“El nombre de “Viento Negro” tiene una historia muy especial. Así se llamaba mi padre, quien también fue luchador, y desde niño crecí viendo cómo defendía ese nombre con honor y entrega sobre el ring. Cuando llegó mi turno de ponerme una máscara y subir al cuadrilátero, supe que no había otro nombre más digno que el suyo. Llevar ese nombre representa mi máximo orgullo, porque no solo le doy vida al personaje que él creó, sino que también mantengo viva su memoria. Dentro del ring, es mi escudo, mi fuerza, mi conexión con lo que fui y lo que soy. Fuera del ring, me recuerda cada día de dónde vengo y por qué jamás debo rendirme”.

¿Cuál fue el momento más difícil de tu carrera y cómo lograste superarlo?

“El momento más complicado fue cuando recién iniciaba. Aprender no fue nada fácil. Al principio, los golpes dolían más en el alma que en el cuerpo. Había días en que pensaba que esto no era para mí. Pero con el tiempo, con constancia y mucha disciplina, comencé a encontrar mi lugar. Subir a diferentes cuadriláteros, enfrentar a rivales con más experiencia, caer y levantarme una y otra vez, fue lo que me hizo fuerte. Cada función fue una lección. Y gracias a eso, hoy puedo mirar atrás y sentirme orgulloso de haber resistido lo que muchos abandonan”.

Tu estilo de lucha es muy particular, ¿de qué influencias proviene y cómo lo has perfeccionado con el tiempo?

“Mi estilo es particular porque mi físico siempre ha sido distinto al de muchos luchadores. Desde joven supe que tenía que encontrar mi propio modo de destacar, aprovechar mis fortalezas y aprender de mis debilidades. He perfeccionado mi estilo a base de sudor, lágrimas y sacrificios. Entrenar sin descanso, observar a los grandes, adaptar movimientos y no rendirme nunca, me han ayudado a formar una manera única de luchar. No busco parecerme a nadie; quiero que, cuando la gente vea a Viento Negro, sepa que está viendo algo auténtico”.

¿Qué sientes cuando entras al cuadrilátero y escuchas al público corear tu nombre?

“Es una sensación que no se puede describir con palabras. Cada vez que escucho al público gritar “¡Viento Negro!”, me recorre una mezcla de orgullo, satisfacción y alegría. Es como si todo el esfuerzo, el dolor, las caídas y las noches sin descanso valieran la pena en ese instante. El público es el motor que me impulsa a darlo todo. Sin ellos, la lucha libre no tendría sentido. Cada grito, cada aplauso, cada niño con una máscara en las gradas… eso es lo que mantiene viva mi pasión”.

Si pudieras enfrentarte a cualquier luchador, del pasado o del presente, ¿a quién elegirías y por qué?

“Sin dudarlo, me hubiera encantado enfrentar a mi padre. Para mí, eso habría sido el reto más grande y el honor más profundo. No por demostrar quién es mejor, sino por compartir ese momento que la vida no me permitió tener. Lamentablemente, él ya no está conmigo, pero cada vez que subo al ring, siento que de alguna manera sí lo enfrento, o más bien, que luchamos juntos. Él está presente en cada golpe, en cada ovación, en cada caída y en cada triunfo”.

¿Qué significa para ti la máscara o el personaje que representas en la lucha libre?

“La máscara es mucho más que un accesorio o una parte del traje; es una transformación total. Cuando me la pongo, dejo de ser la persona que soy fuera del ring y me convierto en algo más, en una versión más fuerte, más valiente y más libre de mí mismo. Es una magia interna, algo que no se puede explicar con palabras. Es identidad, respeto y tradición. Representa todo lo que soy como luchador, pero también todo lo que la lucha libre significa para mí como forma de vida”.

¿Qué consejo darías a los jóvenes que sueñan con convertirse en luchadores profesionales?

“Les diría que respeten este deporte y lo tomen con seriedad. La lucha libre no es un juego ni una moda; es una disciplina que exige sacrificio, entrega y corazón. Antes de subir a un ring, deben entrenar duro, aprender las bases y entender que aquí la vida depende de un hilo. No hay atajos ni caminos fáciles. Pero si lo hacen con pasión y con respeto, entonces valdrá la pena cada caída y cada esfuerzo”.

¿Cómo te gustaría que el público recordara a Viento Negro cuando llegue el momento de colgar las botas?

“Quisiera que me recuerden como ellos quieran, pero que me recuerden. Si me vieron ganar, perder, luchar o simplemente dejar el alma en el ring, eso basta para mí. Cada aficionado que me dedicó un aplauso o una palabra de aliento, es parte de esta historia. Cuando llegue el momento de despedirme, quiero que Viento Negro viva en su memoria, como un luchador que lo dio todo, con el corazón en cada combate y con el alma siempre al viento”.

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'Si algo es difícil, significa que vale la pena aprenderlo y crecer con ello' A sus 30 años, Andrés de Hoyos Rocha, originario de Piedras Negras, Coahuila, ha convertido su pasión por las computadoras en una sólida carrera dentro del mundo tecnológico. Con experiencia -- leer más

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