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Fuga de aguas negras agrava condiciones de vida en colonias de la ciudad

Fuga de aguas negras agrava condiciones de vida en colonias de la ciudad
José Gaytán
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Ciudadanos de las Argentinas y División del Norte se miran gravemente afectados por las problemática generada.

Entre calles irregulares, solares baldíos y viviendas humildes, los vecinos de las colonias Argentinas y División del Norte enfrentan un problema que, con el paso del tiempo, ha dejado de ser una molestia momentánea para convertirse en una amenaza constante: una fuga de aguas negras que brota ininterrumpidamente a unos metros del bordo que separa ambas zonas de la colonia Lázaro Cárdenas.

El escurrimiento, que según los residentes lleva semanas —e incluso meses— sin control, se ha convertido en una escena habitual en el día a día de quienes transitan por esa zona. Sin embargo, lo que debería ser inaceptable se ha normalizado peligrosamente entre olores nauseabundos, suelos fangosos, proliferación de maleza y el riesgo latente de enfermedades.

Fuga de aguas negras agrava condiciones de vida en colonias de la ciudad
Fuga de aguas negras agrava condiciones de vida en colonias de la ciudad

Aguas negras a cielo abierto: una amenaza ignorada

La fuga se ubica justo en la parte baja del bordo, un punto que se ha convertido en canal improvisado para el agua contaminada. Desde ahí, corre por varios metros invadiendo banquetas, calles y entradas de viviendas. A su paso, deja un rastro visible de descomposición y peligro sanitario.

“Esto ya no es solo feo, es peligroso. Hay niños que pasan por aquí, adultos mayores que caminan con dificultad. Es una trampa de lodo, infecciones y moscos”, comenta residente de División del Norte. El problema no es nuevo, aseguran los vecinos, pero sí ha alcanzado una gravedad sin precedentes. Con la llegada del calor, la situación se complica: el fétido olor se intensifica, y con él, la incomodidad y preocupación entre quienes ahí viven.

Los testimonios coinciden: cada día, el foco de infección se extiende un poco más. Las lluvias recientes han arrastrado parte del agua sucia a otras calles, y la maleza que ha comenzado a crecer cerca de la fuga es un recordatorio natural del tiempo que ha transcurrido sin atención.

Un malestar colectivo que se agrava

Para muchos, lo más alarmante no es solo el agua sucia, sino la indiferencia que parece rodear el problema. “Parece que como no es una colonia del centro, no importa. Aquí también vivimos, también tenemos hijos y también merecemos higiene”, lamenta una ciudadana.

Las preocupaciones no son infundadas. Diversos estudios han demostrado que la exposición continua a aguas residuales puede generar enfermedades gastrointestinales, infecciones cutáneas, presencia de parásitos y condiciones de insalubridad que afectan especialmente a niños y personas con defensas bajas.

Y es que, además del mal olor y la incomodidad, el escurrimiento representa un peligro real para la salud pública. Las aguas negras transportan bacterias, virus y materia orgánica en descomposición que, al quedar expuestas, crean un entorno insalubre que ningún ser humano debería soportar.

Convivir con el problema: entre resignación y resistencia

En ausencia de soluciones, los vecinos han intentado adaptarse como pueden. Algunos han colocado piedras o pedazos de madera para cruzar sin pisar directamente el lodo; otros han cambiado sus rutas cotidianas, aunque esto implique caminar más. Pero la resignación empieza a pesar más que la esperanza.

“Lo peor no es solo el agua, es sentir que a nadie le importa. Que vivamos entre suciedad, como si no valiera la pena hacer algo”, expresa con tristeza un joven que pasa en bicicleta por la zona afectada.

Pese a ello, no han dejado de alzar la voz. Las quejas se han multiplicado entre los colonos, quienes insisten en que no pueden esperar a que la situación se vuelva una emergencia de salud. La llegada del verano agudiza el temor: con el aumento de la temperatura, los gases liberados por las aguas residuales se vuelven más intensos, el olor insoportable, y los riesgos epidémicos más latentes.

Un llamado desde las calles: dignidad, limpieza y atención

Esta situación no solo refleja una problemática puntual de infraestructura. Muestra una realidad que viven miles de familias en sectores populares de la ciudad: la normalización de condiciones indignas, la invisibilización de sus necesidades, y la sensación de que el entorno en el que viven importa menos que el de otras zonas.

El caso de la colonia Argentinas y División del Norte es, en sí mismo, un grito colectivo que pide atención. No con promesas, no con respuestas temporales. Con soluciones reales, limpias y duraderas que devuelvan a estas familias la posibilidad de vivir con lo básico: un ambiente sano, seguro y digno.

Hasta entonces, cada gota de agua sucia que brota seguirá recordando a todos que, en Piedras Negras, hay calles donde el progreso aún no llega. Donde el silencio y los malos olores conviven cada día, y donde la dignidad parece escurrirse, al igual que las aguas negras, por las grietas del olvido.

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