Familias recurren al empeño ante situación económica
Agosto representa una de la temporadas más complicadas para las familias por el regreso a clases.

La cuesta de agosto se ha convertido en una de las épocas más complicadas del año para miles de familias, quienes enfrentan un doble reto económico: por un lado, la presión del regreso a clases con todo lo que implica en términos de uniformes, útiles escolares, inscripciones y transporte; por otro, el golpe de los elevados recibos de energía eléctrica, consecuencia de las altas temperaturas que obligan al uso constante de aires acondicionados. Ante este escenario, el recurso más inmediato y accesible para muchas personas ha sido recurrir a las casas de empeño.
La tendencia no es nueva, pero sí se ha agudizado con el paso de los años. Cada vez es más común que durante los meses de julio y agosto, las casas de empeño reporten una mayor afluencia de clientes. En algunos establecimientos, se ha detectado un incremento de entre un 30 y 40 por ciento en las operaciones, lo que refleja la magnitud del esfuerzo que hacen las familias para cubrir las demandas financieras de esta temporada.
Lo que antes podía ser considerado un recurso de última instancia, hoy se ha vuelto una alternativa recurrente. Empeñar algún objeto de valor representa para muchas personas una solución rápida, sin tantos requisitos como un préstamo bancario y con el beneficio de poder recuperar lo empeñado si se cubre el monto y los intereses en el tiempo establecido.
De acuerdo a Laura, gerente de una casa de empeño y préstamo de la ciudad entre los artículos más comunes que se dejan en resguardo están las bocinas, teléfonos celulares, herramientas eléctricas, pantallas planas y pequeños electrodomésticos. Se trata de objetos que tienen una alta demanda de reventa y que al mismo tiempo conservan un valor considerable en el mercado, lo cual permite al usuario obtener un préstamo que, si bien no es alto, resulta suficiente para salir del apuro inmediato.
Lo destacable de este fenómeno es que la mayoría de las personas que acuden a estos lugares regresan por sus pertenencias. Las casas de empeño ofrecen plazos razonables y en muchos casos prórrogas para evitar que los artículos pasen a venta. Este comportamiento revela que no se trata de clientes ocasionales o de personas que ya han renunciado a recuperar sus bienes, sino de familias que utilizan este mecanismo como una forma temporal de financiamiento, esperando estabilizar su economía a corto plazo.
La práctica también deja entrever una realidad más compleja: la falta de acceso a opciones de crédito más formales o con mejores condiciones. En muchos casos, el sistema bancario no es una opción viable para las familias de ingresos medios o bajos, lo cual convierte a las casas de empeño en uno de los pocos caminos disponibles para obtener liquidez rápida.
Por supuesto, esta solución no está exenta de riesgos. Si bien puede ser útil en momentos críticos, el uso frecuente de este tipo de préstamos puede derivar en ciclos de dependencia económica o en la pérdida de bienes importantes. La educación financiera sigue siendo una deuda pendiente en muchos sectores de la población, donde se desconocen los efectos de los intereses compuestos o el impacto que puede tener el retraso en los pagos.
Aun así, el auge en los empeños refleja con claridad el contexto económico actual: ingresos que no alcanzan, servicios públicos que se encarecen y necesidades escolares que se vuelven cada vez más costosas. La educación, que debería ser un motor de movilidad social, se convierte también en una carga pesada para los bolsillos.
Esta situación también plantea interrogantes sobre el papel de las políticas públicas. ¿Qué tan accesibles son los apoyos para el regreso a clases? ¿Existen suficientes mecanismos de asistencia o financiamiento para las familias trabajadoras? ¿Qué acciones se están tomando para moderar el impacto del alza en servicios básicos?
La respuesta por parte de la ciudadanía ha sido adaptarse, buscar soluciones prácticas, aún cuando impliquen comprometer temporalmente sus bienes. Las casas de empeño, por su parte, se han consolidado como actores fundamentales dentro de este ecosistema económico informal, que cada vez tiene mayor peso en ciudades como Piedras Negras.
En conclusión, el aumento en los empeños durante la temporada de regreso a clases no es solo una estadística. Es un reflejo de las estrategias de supervivencia financiera que adoptan las familias ante un entorno económico que exige mucho más de lo que puede ofrecer. Y aunque el ideal sería no tener que llegar a ese punto, mientras las condiciones no mejoren, el empeño seguirá siendo, para muchos, un respiro en medio de la asfixia económica.
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